El timbre sonando insistentemente logra despertarme de la siesta. Me remuevo sobre el sofá, sintiéndome acalorado y desorientado, no sé en qué hora vivo ni cuánto tiempo llevo durmiendo. Sin embargo, mis días últimamente se caracterizan por esta sensación constante; dormir es mi única forma de hacer que el tiempo pase y no me lamente constantemente de mis circunstancias.
Me levanto despacio, con la dificultad de no poder doblar la rodilla y el timbre suena una vez más. Murmuro malhumorado porque la persona al otro lado de la puerta me ha despertado y, aún encima, me presiona para que me dé prisa. Me ayudo de las muletas para ponerme en pie y avanzar hasta la entrada.
Al pasar por delante, me miro por un instante en el espejo: mi pelo es un desastre, mis mejillas están sonrojadas debido al calor, mi pijama está fuera de lugar y me siento sudado. A pesar de que esta no es forma de recibir a alguien, decido ignorarlo y abrir la puerta. Ian aparece sonriendo ante mí, viste una parka negra con capucha de pelo, unos vaqueros grises y sus Nike Air Force 1 blancas altas. Le observo de pies a cabeza y escucho una leve risilla de su parte al notar mi escrutinio. Me aparto a un lado dificultosamente debido a las muletas para dejarle entrar.
-Me acabo de despertar.
-Se nota.- dice dejando un casto beso sobre mis labios.
El popular se adentra en mi casa cerrando la puerta tras él, avanzo hasta el espejo para intentar adecentarme. Al llevar la mano hasta mi pelo, dejo caer inconscientemente la muleta al suelo haciendo que haga un gran estruendo.
-Mierda.- maldigo.
Me inclino dificultosamente, estirando mi pierna mala y sujetándome de la muleta restante. Intento alcanzarla, pero la jirafa se me adelanta rápidamente para recogerla por mí y me la tiende en silencio con una suave sonrisa. Rodeo los ojos y la acepto, me siento molesto por tener que evitar usar la rodilla y por depender tantísimo de dos muletas que solo parecen limitar tu movimiento más que ayudarte.
El popular se asoma a la cocina y al salón como buscando por algo o alguien, no me da tiempo a seguirle el ritmo, por lo que, ni lo intento. Me quedo en la zona de la entrada, esperando paciente a que termine la inspección.
-¿No están tus padres?
-Eso parece.
-Les he traído algo.- dice abriendo su mochila.
Del interior saca una bolsa de papel, me aproximo para saber de qué se trata. La jirafa saca una palmerita de chocolate del interior de dicha bolsa y me la acerca a los labios para que le dé un bocado. Acepto el ofrecimiento y mis papilas gustativas reciben encantadas el sabor del dulce chocolateado, parecen caseras debido a su textura; abro la boca para darle otro mordisco. Hasta mis oídos llega la suave risilla de Ian, pero obedece mi petición silenciosa.
-Está rico.
-Ya veo.- sonríe.- Los dejo en la cocina y ya le dices a tus padres que es un regalo de mi parte.
-¿Te estás ganando a los suegros?
-Eso pretendo.- sonríe orgulloso.- Porque a ti ya te tengo ganado.
Cambio mi expresión a una de incredulidad debido a su afirmación, me río inevitablemente mientras la jirafa ensancha su sonrisa. Le doy un pequeño golpe con mi muleta en la zona inferior de sus piernas y comienza a reírse. Ha dejado salir su risa infantil, la que pocas veces logro ver y que me demuestra que, al final, Ian no deja de ser un chico normal de 17 años.
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El Skate de Kobe Bryant
RomanceEstá Noah con su 1'62, una corta melena pelirroja y sus ojos verdes. Tiene un solo amigo: Joaquín y un secreto: el baloncesto. El clásico chico bajito, inteligente y empollón que es el objeto de todas las burlas, pero éste con su malhumor no se deja...