Mi primer impulso ha sido patalear y removerme en aquel desconocido agarre, lo segundo gritar, pero esto último se ve sustituido por un intento de morder la mano que tapa mi boca impidiendo que algún sonido salga de ésta. Escucho la puerta del aula cerrarse, no me duele demasiado perderme Filosofía. Cuando mis sentidos comienzan a reaccionar de una forma más consecuente, un ligero aroma a colonia me resulta extrañamente familiar haciendo que deje de moverme. La presión del agarre se afloja permitiéndome girar levemente la cabeza para conocer a mi captor.
-Dime que no gritarás.- susurra muy cerca de mi oído.
Asiento con la cabeza a la estúpida jirafa. Parece que tiene un hobbie con secuestrar, que si un libro y ahora a una persona. Además, soy su jodido chiste favorito.
-¿Eso es que gritarás o que no?
Levanto una sola ceja para que vaya al maldito grano y me suelte de una vez. Su cuerpo está demasiado cerca del mío, puedo notar completamente cómo su pecho sube y baja a mi espalda. Incómodo, me hace sentir nervioso. Poco después, soy liberado de mi encierro entre sus brazos. Mejor. Por lo menos puedo respirar.
-¡¿Se puede saber qué haces?!- grito en un susurro.
-Raptarte.
-¿Por qué?
-Me estaba molestando.
-¿El qué?
Ian-Muérete niega con la cabeza para quitarle importancia. No insisto en el tema porque tampoco me importa. Pongo distancia entre los dos, pero su mano se cierne sobre mi muñeca evitando que me aleje demasiado. Le dedico una de mis malas miradas que, para no salir de la costumbre, ignora.
-Ven, vamos.
-¿Por qué debería de seguirte?
A pesar de ser reacio a obedecerle, dejo que tire de mí escaleras arriba mientra taladro su nuca con la esperanza de que tenga malas sensaciones.
-Porque cuando llegue a allá arriba y vea que no estás conmigo, esperaré a que todos salgan de las aulas para gritar lo mucho que amas el baloncesto.
-No te atreverías.
-Pruébame.
-Nadie te creería.
-¿Estás seguro?
Gruño una maldición hacia su persona consiguiendo como respuesta una leve risilla. Ian-Muérete abre la puerta de una de las zonas prohibidas del colegio, la azotea. Ésta deja entrar una cálida luz que entra en contacto directo con mi cuerpo haciendo que achine un poco los ojos. Me deshago de su agarre al haber decidido no huir y me adentro en el lugar. No tiene nada de impresionante. Es un gran espacio iluminado por el sol y sumido en el silencio. Me saco el jersey de Joaco aprovechando la ocasión para secar mi camisa mientras me tumbo al sol. Utilizando la prenda de mi mejor amigo como almohada, dejo que mi cuerpo se relaje y mis ojos se cierren. En otra vida, sería una flor. Me pasaría el día haciendo la fotosíntesis. Acaban de finalizar las vacaciones de verano y ya las echo de menos. Todavía queda todo un año para las siguientes.
-¿En qué piensas?
-En el sol.
-¿Y por eso pareces tan feliz?
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El Skate de Kobe Bryant
RomanceEstá Noah con su 1'62, una corta melena pelirroja y sus ojos verdes. Tiene un solo amigo: Joaquín y un secreto: el baloncesto. El clásico chico bajito, inteligente y empollón que es el objeto de todas las burlas, pero éste con su malhumor no se deja...