Capítulo 30: De estreno. (Parte III)

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Comienzan los créditos finales, pero no llego a verlos, ya que, la jirafa ha pulsado la tecla del espacio deteniendo, así, el vídeo. Me estiro debajo de las mantas de la cama, un pequeño pinchazo ataca mi baja espalda y siseo inconscientemente. El popular deja el portátil a un lado para girarse en mi dirección, me atrae hacia él rodeándome con sus brazos y esconde su nariz en mi más que desordenado pelo.

Después de lo sucedido, nos metimos en la cama y decidimos empezar una serie juntos. Llevamos tres capítulos, pero empiezo a tener la necesidad de tomarme una ducha. Quiero relajarme bajo el chorro de agua caliente, deshacerme de la sensación pegajosa que aún tengo ahí abajo y ponerme el pijama. Por tanto, agradezco que haya pausado el capítulo.


-¿Estás bien?

-Sí.- respondo escuetamente.

-¿No te duele?


Me gustaría fingir que me está preguntando por otra cosa y, así, no sentir tanta vergüenza ahora mismo. Por mucha serie que hayamos empezado, no he podido evitar repasar lo sucedido una y otra vez; también me distraje observándole y notando su cuerpo casi desnudo. Porque yo al menos decidí ponerme su camiseta junto mi ropa interior, pero él se ha puesto el bóxer y da gracias.

Me remuevo bajo las mantas y le acabo dando la espalda, pero parece no importarle porque vuelve a arrimarse a mí. De hecho, se atreve a colar una mano bajo la camiseta y deja un suave beso detrás de mi oreja.


-Me molesta.- murmullo contra la almohada.

-¿Quieres que le eche un vistazo?

-¡No!


Me siento como un resorte sobre la cama y le miro incrédulo desde arriba. Su semblante es totalmente neutral, como si habláramos de cualquier tema cotidiano, y me hace dudar si su ofrecimiento lo ha dicho en serio o se está quedando conmigo. Sin embargo, no quiero descubrirlo, no voy a dejar que mire. Alarga un brazo en mi dirección y me aparta el flequillo a un lado.


-Tu cara está compitiendo contra el color de tu pelo.

-Para.- le digo dándole un pequeño manotazo.- Solo necesito una ducha.


El popular se sienta también con su pecho completamente expuesto, no puedo evitar bajar la vista durante un segundo, pero rápidamente me recompongo. No le ha sentado bien que le haya apartado la mano y, sin embargo, prefiere no darle mayor importancia, lo cual, agradezco en silencio.

Salgo de la cama y me siento al borde de ésta, mi espalda se queja por el movimiento repentino, sello mis labios para no emitir ningún sonido y cierro mis ojos para contar hasta tres. Me pongo en pie y ojalá morirme ahora para ahorrarme la vergüenza que estoy pasando. Ian se sitúa a mi lado, me ofrece su brazo como apoyo, pero lo ignoro un poco molesto.


-No estoy convaleciente.

-No seas difícil, Noah.


Ruedo los ojos para no iniciar una de nuestras discusiones tontas. No entiendo porqué no ve que no quiero su ayuda y que eso solo hace que quiera salir corriendo. Por tanto, rechazo su ofrecimiento disimuladamente y me dirijo hasta su armario para coger mi regalo de navidad. Murmullo una maldición al recordar que he dejado mi mochila, con ropa limpia, tirada en el salón.


-¿Me harías un favor?- pregunto.

-Sí, claro.

El Skate de Kobe BryantDonde viven las historias. Descúbrelo ahora