Las grandes superficies comerciales me traen buenos recuerdos, pero no me refiero a centros comerciales compuestos por numerosas tiendas de ropas de marca, electrónica y demás; sino a los supermercados gigantes o a las grandes tiendas de juguetes. Era un clásico de los sábados por la mañana y cada quince días venir con mis padres a llenar el carrito de la compra para, así, llenar nuestra nevera o en fechas señaladas como puede ser navidad, pascua y el resto de festividades donde cualquier excusa es buena para hincharse a comer.
Sin embargo, nunca creí que tendría una cita en uno de estos sitios. El pijo va tan bien vestido como siempre: lleva unos chinos grises, una camiseta blanca, una chaqueta de punto gruesa azul celeste y unas Converse All Star bajas blancas. Su pelo se mantiene perfectamente en su sitio, lo cual, tampoco es del todo extraño.
Destaca entre la multitud, su pose altiva y su elegancia hacen que nadie se atreva a entrar en su espacio personal y no he podido evitar notar cómo varias personas se han girado para echarle un último vistazo. Ese aire de dios griego que desprende funciona tanto como para que lo respeten como para que lo admiren. Incluso en silencio es un chico insufrible.
-Recuérdame porqué nunca has estado en un supermercado.
-Edgar lo hace o me llega a casa, es simple.
-¿Y para hacer botellón?
-¿Qué pasa?
David me mira por un instante antes de continuar ojeando las largas estanterías de la sección de libros. A veces inclina un poco la cabeza para leer algún título y otras lo saca de entre los demás para leer su contraportada. Mentalmente anoto los que captan su interés.
-¿No vas al súper a pillar alguna botella cutre a medias con algún amigo?
-Suelo ir a copas, pero, en caso de compartir, no soy yo quien se encarga de conseguir el alcohol.
-¿Cómo?- pregunto perplejo y consiguiendo que me mire de nuevo.- ¿Vas a copas toda la noche?
-Sí.- dice escuetamente e ignorándome de nuevo.
-¿Con 16 años y cero empleo te puedes permitir ir a copas?
-No sé qué concepto tienes tú de beber, pero no busco la inconsciencia.
Esta vez se queda ensimismado un rato más de lo normal en un libro. Levanto la cabeza buscando la sección en la que estamos y, para nada sorprendido, compruebo que en la histórica. Aún con muchas dudas sobre sus costumbres de fiesta, decido aplazar esta conversación para algún otro momento en el que el popular intente disimular que le interesa.
-¿Te gusta?- digo señalando lo que tiene entre las manos.
-Sí.- sus ojos por fin se encuentra con los míos.- Resulta interesante leer algo que ya pasó.
-No lo es, como tú dices: ya pasó.
-Pero la forma de vivir es distinta, las plagas, la guerra...
-Aburrido.- interrumpo.
David deja el libro donde estaba y me dedica una ligera sonrisa divertida mientras se gira para enfrentarme. No voy a admitir lo mucho que me atrae ese gesto, pero no me importaría besarle aquí y ahora. No hay mucha gente en esta sección, quizás no es tan mala idea.
-¿Qué te gusta a ti?- dice el popular cortando mi hilo de pensamientos.
-Los cómics.
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El Skate de Kobe Bryant
RomansaEstá Noah con su 1'62, una corta melena pelirroja y sus ojos verdes. Tiene un solo amigo: Joaquín y un secreto: el baloncesto. El clásico chico bajito, inteligente y empollón que es el objeto de todas las burlas, pero éste con su malhumor no se deja...