Capitulo 1

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Oh. Cómo me duele la cabeza. ¿A quién se le ocurre correrse una juerga la noche antes de empezar en un trabajo nuevo?

No suelo ser tan desastre. De hecho, probablemente sea la persona más organizada que jamás hayas conocido. Emborracharme la noche antes de coger un avión a Los Ángeles no va conmigo. Pero tampoco tuve otra opción. Me acababan de dar el trabajo.

Hace una semana era secretaria en un estudio de arquitectura. El lunes por la mañana, mi jefa, Marie Hamilton, cincuenta y poco años, britanica y muy respetada en ese mundillo, me llamó a su despacho y me pidió que cerrara la puerta y me sentara. En los nueve meses que llevaba trabajando allí, aquella era la primera vez que sucedía algo semejante, así que me pregunté si habría hecho algo mal. Pero como estaba bastante segura de que no, la preocupación dio paso a la simple curiosidad.

—Chris —dijo con su fuerte acento britanico sazonado de angustia―, me apena decirte esto.

Joder, ¿se estará muriendo?

—No quiero perderte.

Espera, a ver si la que se está muriendo soy yo... 

Prosiguió.

—Ayer estuve todo el día debatiéndome, indecisa. ¿Se lo digo? ¿No se lo digo? Es la mejor asistente personal que he tenido y odiaría perderla.

Le tengo cariño a mi jefa, pero le va demasiado el melodrama.

—Marie —dije—, ¿de qué estás hablando?

Me miró fijamente con expresión desolada.

—Pero luego me dije a mí misma: Marie, piensa en cómo eras hace treinta años. Habrías hecho lo que fuera por una oportunidad así. Tienes que decírselo.

¿A qué venía todo aquello?

—El sábado por la noche fui a una cena que daba un buen amigo mío. ¿Recuerdas a Wendel Redgrove? Un abogado muy influyente. Proyecté para él una casa en Hampstead hace un par de años. Bueno, es igual, me estaba contando que su mejor cliente acababa de perder a su asistente personal y que no conseguía encontrar otro. Claro, me dio lástima, así que le hablé de ti y de que si te perdiera me moriría. De verdad, Chris, no sé cómo conseguía arreglármelas antes sin ti...

Pero enseguida recuperó la compostura y clavando sus fríos ojos azules en los míos dijo las palabras que cambiarían mi vida para siempre.

—Chris, Zayn Malik necesita un nuevo asistente personal.

Zayn Malik. El chico malo del rock. Un moreno de penetrantes ojos verdes y un cuerpo que ya le habría gustado a Brad Pitt hace quince años.

Era la oportunidad de mi vida, viajar a Los Ángeles para trabajar y vivir en su mansión. Convertirme en su cómplice, en su mano derecha, en su persona de confianza. Y mi jefa, en un ataque de locura, me había recomendado para el puesto.

Zayn Be GoodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora