Capitulo 23

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Conducimos en dirección oeste, pasamos casas adornadas con luces de colores y pronto nos encontramos en el campo más verde que haya visto nunca. Sobre los árboles pelados sobrevuelan bandadas de pájaros, y los arbustos que crecen junto a la cuneta están llenos de frutos. Es un día gris y nublado, pero no hace mucho frío. Esta Navidad no habrá nieve.

Zayn duerme a mi lado. Hace un rato enrolló su chaqueta de cuero hasta hacerla una pelota y la apoyó contra el cristal, como si fuera una almohada. Como se ha quedado en manga corta, he tenido que subir la calefacción.

Llegamos pasadas las tres, cuando todavía hay luz. Me he detenido en una gasolinera del camino para comprar lo básico y comida preparada para al menos una semana. Aunque tendré que ir al supermercado del pueblo de todas formas, para aprovisionarnos mejor. Mis dotes de cocinera, comparadas con las de Rosa, son un chiste, claro, pero en tiempos desesperados hay que tomar medidas desesperadas.

Recogemos las llaves en casa de los dueños. Zayn se queda en el coche para que no lo vean. Nos invitan a tomar un té y un poco de pudin de Navidad, pero con todo el dolor de mi corazón, tengo que decirles que no.

La casita de campo es mucho más pequeña de lo que recordaba. Es un edificio de piedra gris, de dos plantas, rodeado por un muro de piedra seca y situado a los pies de una gran colina verde. Por el jardín corre un arroyo y hay hasta un puentecito para cruzarlo. No hay ni una sola hoja y el suelo está embarrado, pero cuando vine por primera vez era verano y entonces iodo estaba lleno de flores.

No hay calefacción central, pero la casa tiene estufas de gas en casi todas las habitaciones, y en el cuarto de estar de abajo hay una chimenea abierta. En el piso de arriba hay dos dormitorios pequeños y un baño. Le doy a Zayn la habitación de atrás, con vistas a la colina. Yo me quedo con la que a la carretera, al otro lado. Digo carretera, pero en realidad es más bien un camino. Estamos, de verdad, en mitad de ninguna parte.

Dejo mis cosas en mi cuarto y bajo para guardar lo que he comprado. Zayn aparece veinte minutos después.

-¿Quieres encender el fuego? Yo prepararé el té -le digo. -Vale.

Va al cuarto de estar y yo pongo la tetera al fuego.

-Bueno, en realidad, Chris... -Aparece un momento después-. Creo que iré a dar un paseo.

Me río.

-Ni hablar.

-Me apetece conducir un rato, nada más.

No le hago ni caso.

-Venga, mujer.

-Ni venga, ni vengo, Zayn -le digo enfada-. No vas a comprar alcohol. Hazte a la idea.

-¿Dónde están las llaves del coche?

-No te las voy a dar.

-¿Dónde están las putas llaves?

-Las he escondido -le contesto.

Zayn Be GoodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora