Capitulo 26

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Santiago aparece por casa al día siguiente y es agradable verlo después de tanto tiempo fuera. No ha hecho calor suficiente para bañarse en la piscina, pero como hay que limpiarla de todas formas, me uno a él en la terraza para charlar. Quiere que le hable de la gira, pero más que nada, quiere saber qué ocurrió cuando Zayn y yo desaparecimos de la faz de la tierra. Tengo que tener mucho cuidado con lo que digo. Paul no ha hablado conmigo desde que volvimos. Si llama para hablar con Zayn, va directamente al grano. Zayn mantuvo su palabra y lo amenazó con despedirlo. Eso, al menos, me consuela algo.

—¿Adonde fuisteis? —pregunta Santiago.

—A una casita de campo en mitad de ninguna parte —le digo—. Para que se desintoxicara.

—¿No haríais guarrerías, verdad? —pregunta, guiñándome un ojo. 

—¡Claro que no! —contesto airada.

Me sonríe socarrón.
—¿Dónde está Zayn?

—En su estudio, creo.

—¿Crees que le importará que fume?

—Mejor da la vuelta hasta la parte de delante, por si las moscas —le digo—. Yo te acompaño.

Caminamos hasta la parte delantera de la casa y nos sentamos bajo un árbol, cerca del garaje. Santiago lleva unos pantalones cortos de color beis y un chaleco blanco. Yo visto un jersey rojo y unos vaqueros. Puede que sea invierno, pero el tiempo aquí es muy suave. No tiene nada que ver con Europa.

—¿Qué país te gustó más? —pregunta Santiago mientras se enciende un cigarrillo y se apoya contra el árbol. Yo me siento con las piernas cruzadas frente a él.

Medito la respuesta.

—Pues es difícil de decir. Algunos países destacan de los demás, pero no siempre por algo bueno.

—Ah —dice mientras me mira con sus oscuros ojos.

—Ámsterdam me encantó...

—Fumeta —bromea.

—No, no es por eso —me río—. No, me gustaron los canales. Es un lugar bonito, pero también pasé una mala noche allí, así que digamos que eso me fastidió el recuerdo.

Pienso en Liam de nuevo y recuerdo cómo me cuidó. De repente me entristezco. Desde que volvimos no he vuelto a saber de él. Al menos conmigo no se ha comunicado. Zayn no ha dicho nada tampoco. Miro el cigarrillo de Santiago, absorta.

—¿Por qué fue una mala noche? —pregunta.

—Bebí demasiado. —No le cuento los detalles—. También me gustó mucho Barcelona. —Pero, de nuevo, tengo malos recuerdos de esa ciudad porque allí fue donde supe lo de la abuela. Y fue donde vi a Zayn drogarse por primera vez...

—Me encantaría ir allí —comenta. 

—Y deberías.

—Ni siquiera tengo pasaporte —dice. 

—¡Pues háztelo! —río.

También me gustó París, pero ahí se produce otra de esas combinaciones de bueno y malo. Últimamente ha habido mucho de eso. De súbito recuerdo a Zayn besándome.

—¿Me das un cigarrillo? —le pregunto a Santiago de repente. No fumo desde mi primer año en la universidad, pero ahora mismo me apetece uno, así, de repente.

Me mira sorprendido, pero me pasa un cigarrillo y luego se inclina para encenderlo. No he dado más de dos caladas cuando aparece Zayn doblando una esquina en dirección al garaje y vestido con la ropa de motero.

Zayn Be GoodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora