Kittens. /Muke.

37.

Michael's POV.

Podía sentir como el frío piso se encontraba contra mi espalda y un frío charco mojaba mi cabeza mientras veía las hileras de casas, en especial a una, en la cual dos figuras se encontraban desde la puerta, no podía distinguir los rasgos de ninguno, sólo podía notar que eran dos matas rubias de pelo de una altura similar. Mis ojos se cerraron en un parpadeo y ahora me encontraba en un enorme salón oscuro, tomando mis rodillas con ambas manos mientras lloraba en plena oscuridad, podía escuchar como familiares voces gritaban mi nombre con desesperación a lo lejos, mi visión se fue adaptando poco a poco hasta lograr ver algunas sillas en filas y una gigante pantalla en frente de ellas.

-¿Hola? -pregunté en voz alta. -Aquí estoy. -vociferé, levantándome del suelo y dirigiéndome a lo que parecía ser la salida de emergencia.

Me encontraba en la entrada a mi habitación, la cuál se encontraba totalmente oscura, volteé para atrás esperando encontrar el pasillo habitual pero encontrando en su lugar la oscura sala de cine de la que vine.

Caminé lentamente dentro de la habitación revisando cada uno de los lugares, encontrando estos con su respectivo orden, nada fuera de lo normal, a excepción de un libro, el cuál se encontraba con un listón en el escritorio y una nota amarrada a él. Desaté el listón y tomé la carta, encontrando una conocida letra:

'Mikeru, espero que te guste este libro,
pensé en ti al momento de verlo, me
gustaría que pensaras en mí cuando lo
veas, eres el mejor gatito.
L.H. Xx'

-L H- repetí.

-No me olvides. -me susurró alguien al oído provocando que mi piel se erizara y volteara mi rostro para atrás, encontrándome con un vacío.

El libro cayó de mis manos y la nota se deshizo como cristal en el suelo.

Mi cabeza dolía.

De un momento a otro todo pasó de negro a gris y de gris a azúl oscuro, cubierto de brillantes puntos, el cielo nocturno.

Las calles estaban desiertas, y el viento soplaba fuerte contra mi rostro, era una calle familiar para mí, caminé sin cuestionarmelo, en silencio, con mi cuerpo temblando debido a la fria noche, llegando hasta un enorme charco carmesí y caminando en dirección a la casa de enfrente, encontrándo la puerta abierta, la oscuridad de la noche estaba presente en ella, caminé dentro de la odiosamente conocida sala y me adentré a sus profundidades viendo una luz que llegaba de las escaleras, subí paso por paso los escalones, hasta llegar al segundo piso.

-¡MICHAEL! - una voz me llamaba y sentía los parpados pesados. -AYUDA, ESTÁ PERDIENDO MUCHA SANGRE. - dijo el enfermero que tomaba mi mano, mis ojos tardaron varios segundos en adaptarse, se trataba de Summer. - todo estara bien. - me susurró antes de que un equipo de 3 enfermeras y dos doctores entraran a la sala; una de ellas me inyectó algo en el brazo y rápidamente sentí como todo se volvía pesado y oscuro mientras escuchaba como una familiar voz me repetía un familiar lema.

-ave atque vale. -