39.

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Sus ojos no se volvieron a abrir. 
Para cuando su madre volvió a la habitación sus respiración había parado.

Aunque los doctores habían intentado reanimarlo todo había acabado para el joven Michael. No había nada por hacer, únicamente su cuerpo y las memorias que habían guardado sus seres queridos eran lo que restaba de él en la tierra.

Calum y Ashton sufrieron, claro que lo hicieron, el ver el pálido rostro de su amigo los hizo recordar cuantas veces pasaron el tiempo con él. Recordaron esas pijamadas, tardes en el cine, las mañanas de videojuegos junto con las veces en que se apoyaron el uno con el otro. 

Luke, por su parte no se enteró de lo que pasó. Y quizá eso fue lo mejor, lo último que hubiera querido Michael es hacer sufrir a más personas. 

Las peores cosas le pasan a las mejores personas y no podemos hacer nada para cambiar ese hecho. 

Esa tarde nadie lloró, únicamente el cielo, que de cierta forma preparó el suelo donde el cuerpo de Michael descansaría. Sus verdes ojos no volverían a ver las estrellas ni la luz del sol. Su blanquecina piel no experimentaría las caricias de nadie más. Su hermoso cerebro junto con sus memorias serían consumidos por gusanos y otros bichos, no pasarían más de 4 días cuando su cuerpo se empezara a descomponer. Todos tenían eso presente. Calum y Ashton pensaron en plantar margaritas en su tumba, sus favoritas. Cada tanto tiempo irían darle agua, hablarían con ella y escucharían música, leerían libros y aunque no lo dijeran en voz alta, llorarían. 

Esa noche, dónde quiera que Luke estuviera sólo pudo pensar en el vago recuerdo de un tarde.

-Eres un estúpido Luke, eres mi estúpido. -Le dijo Michael mientras estaba acostado en su espalda.

-Eres un un idiota, pequeño gatito, eres mi pequeño idiota gatito. -Dijo Luke picando el estomago de Michael y sonriendo. 

Él tristemente no supo lo que eso significaba, puesto que vivía en la completa ignorancia. 



Kittens. /Muke.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora