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He llegado hace ya media hora. Ni rastro de él. Pienso en llamarle, pero doy cinco minutos de margen.
Se está bien aquí, sentada en un banco, iluminada por una farola y escuchando música. Siempre escuchando música. Esta vez se trata de 'Led Zepelin', 'Starway to Heaven'. Qué relajante. Ya es de noche. Me deprime la oscuridad; pienso en mis penas, o en Ismael... Ninguna de las dos cosas me alegra. Bueno, a lo mejor lo segundo un poco más. Pero considerando que él para mí es algo fundamental y que yo para él posiblemente sólo sea la chica rara que se sienta al final de la clase... No es muy agradable.
Él con sólo un gesto puede alegrarme o arruinarme el día. Con sólo una palabra puede sacarme la sonrisa mas grande o la lágrima con mas sentimiento. Sin tocarme me hace sentir de todo. Pero cuando su mano roza por despiste con la mía... Saltan chispas.
Me imagino que está ahí conmigo. Que viene hacía mí. Cierro los ojos. Me susurra algo al oído. 'Te quiero'. Noto su cálido aliento en mi cuello. Después me acaricia el brazo, va subiendo por mi hombro, mis mejillas, mi oreja, tocando suavemente todo por lo que pasa. Se para en mi pelo. Sus dedos bailan con él. Luego se acerca a mí. Le miro directamente a los ojos. Marrones. Me pierdo en ellos. Su mano izquierda sujeta mi mejilla, quedando a la altura perfecta para alinear nuestras miradas. Se aproxima lentamente, e inconscientemente vuelvo a cerrar los ojos. Le siento cerca. Su respiración roza con mi nariz. Mis labios desean juntarse con los suyos. Me besa el cuello. "Oh Dios mio! Mátame". Simplemente me encanta. Mi piel se eriza y un escalofrío me recorre el cuerpo. Sus besos se desplazan hasta quedarse casi rozando mi boca. Entonces abro los ojos. Sigo sola. Miro a mi alrededor impacientemente. Nadie. Otra vez esas malditas imaginaciones que me dejan rozando el cielo para después caer directamente al vacío.