Me siento en la silla que hay enfrente de su amplia mesa. El estómago se me cierra. Estoy nerviosa, aunque supongo que me dirá algo de lo que pasó el miércoles. No he pensado ninguna excusa verosímil o comprensible. Tiene unos papeles alzados a los que mira fijamente. Le tapan la cara. Cuando los apoya en la mesa, se deja ver su rostro. Su cabeza tiene una forma extremadamente almendrada. Calvo y sin barba. Lleva unas gafas de pasta, estilo hipster. Es lo único que mas o menos me gusta.
+ ¿Señorita...? - Rebusca entre sus papeles. - ¿...Sanz?
- Sí.
+ Supongo que sabrás por qué estás aquí...
- Lo puedo deducir...
+ Bien, pues quería hablar personalmente contigo.
- Vale. - No sé que decir.
+ ¿A qué se debió ese impulso de agredir a tu compañero?
- No sé. - Miento. Obviamente fue por que me estaba tocando ya las narices. Demasiadas cosas tengo que aguantar. A partir de ese momento siento que soy más fuerte, no sé la razón, pero ya no voy a dejar que se aprovechen de mí. Me voy a hacer respetar.
+ ¿Te arrepientes?
- Sí. - A esta conversación le sobran mentiras por mi parte. Sé que no está bien no decir la verdad, pero no quiero que me lleven a un psicólogo por tener impulsos violentos. Tengo que parecer normal.
+ Me gustaría que le pidieses perdón.De hecho es mi hijo. No tolero que le hayas hecho tal barbaridad. - Tengo las manos sobre las piernas. Me aprieto los muslos. ¿PERDÓN? ¿PEDIR PERDÓN A ESE IDIOTA? ¿ME ESTÁS VACILANDO? NI-LO-SUE-ÑES. Aguanto mi rabia y me limito a asentir. - Me alegra que te arrepientas.
- Yo no he dicho eso. - Mierda. Eso no debería haber salido de mi boca. Levanta una ceja con gesto desafiante.
+ Ten cuidado con lo que sale de tu boca chiquilla.
- Yo... - No sé qué decir. No se me da bien improvisar.
+ Pensé que eras más lista, veo que no. - ¿Está dudando de mi coeficiente intelectual? El ambiente está en tensión.
- Y yo pensé... - 'Que usted no era gilipollas.' - Lo mismo. Yo pensé lo mismo.
+No pareces convencida de ello.
- No dude que lo estoy. Perdo... - Me cuesta decir esto. Me cuesta decir algo que no pienso. Me cuesta dar la razón a alguien que no la tiene. Me cuesta no pegarle un puñetazo a este personaje.- Perdone todo lo que dije, si le ha ofendido.
+ Me alegra que... - Sonríe. - Te arrepientas. - Esta última palabra la vocaliza y dice más lentamente. Se merece un bonito puño en la cara. Siento que hoy estoy agresiva, la gente me cansa.
- Creo que debo volver a clase. - Me levanto de a silla.
+ Eso te lo diré yo. - Me señala la silla y vuelvo a ella. Quiero salir de aquí. NECESITO salir de aquí.
- Ah.
+ Te puedes ir. - Tengo que tranquilizarme. Me levanto cuidadosamente y me dirijo a la puerta. Justo antes de cerrar, me paro en frente de ella y me giro. Me está mirando. Sonríe vagamente, salgo del despacho y entro en el baño que hay en el pasillo de mi curso.