Cap XVIII. Mi dignidad entre las escaleras y yo.

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19:00

Llevo un cuarto de hora intentando contactar con mi madre para pedirle permiso para salir... No hay manera. Luego me regaña a mí. Al final, le dejo un mensaje avisándola de los planes que tengo.
Me queda poco tiempo... Un cuarto de hora para prepararme y otro para llegar.
Cojo la ropa que más me gusta. Mi sudadera gris con el dibujo de un pequeño fantasma, unos vaqueros y mis zapatillas azul oscuro, de cordones.
Me arreglo un poco el pelo, palpo los bolsillos traseros de mi pantalón, en busca de las llaves. Esta vez me niego a que se me olviden.
Cierro la puerta asegurándome de que esta bien encajada.
Bajo las escaleras rápidamente, sin hacer caso a mis pasos, mientras intento desenrredar los cascos. ¿Cómo es que se lían tanto si los meto bien colocados en el bolsillo? Al igual que mis auriculares, mis pies se entrelazan y caigo al suelo. Aterrizo con el hombro. Me levanto en seguida. Sacudo mi ropa, hasta ahora, limpia. Menos mal, nadie ha presenciado esta triste escena. Sigo teniendo dignidad. Esto se quedará entre los escalones y yo. Pf.

19:27

Veo a lo lejos a Ismael. Mis latidos se aceleran. Una sonrisa inconsciente se me dibuja en la cara y mis arterias de los pulmones se colapsan. En cuanto se da cuenta de que llego, se levanta del banco y me saluda. Hago lo mismo. Me voy acercando poco a poco. "¿Cómo le saludo?¿Le doy un abrazo?¿Será demasiada confianza?¿Será incómodo?" Ya no sé qué siente exactamente por mí. Si es una simple amistad, que quedó estancada durante nueve años y de repente en una noche avanzó de un empujón... O si eso es muy raro. Igual es que siente una mínima atracción hacía mí. Mi corazon lo desea más que nada. Mi cabeza sabe que es imposible. Sin darme cuenta estoy delante de él. Mis nervios empiezan a descontrolarse.

+ Hola Emma - Hace un gesto esperando a que le reciba.

- Hola Isma... - "¿Isma?"- el... - digo mientras respondo a su gesto. Me cubre con sus fuertes brazos. Me siento protegida. Si ahora viniese un meteorito sé que estando aquí no podría hacerme daño. Nada ni nadie me podría tocar. Me encanta. Además, qué bien huele. No sé a qué... Pero es muy agradable. Una mezcla entre colonia de hombre y suavizante de ropa de bebé. Qué irónico.
No nos sentamos en el banco. Simplemente empezamos a andar sin rumbo.

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