Cap XXIII. Cuando te pasas la noche en un árbol.

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No se cuanto tiempo llevamos así, pero es precioso. Oigo sus latidos, que hacen una música tan bonita... También siento su respiración, tranquila y serena. Y todo ha pasado tan de repente... No entiendo nada. Le aparto de mi empujándole suavemente con las manos en su pecho. Me mira con ternura.

+ ¿Ya has entrado en calor? - '¿Y si él no siente nada? ¿Y si sólo quería hacer que no pasase frío? ¿Y si hace esto con todas?'

- Sí, gracias. - La verdad es que mis manos ya estaban calentitas.

+ ¿Quieres bajar?

- No sé, estoy muy bien aquí.

+ Te ha gustado, ¿eh?

- ¿Qué hora es? Tengo el móvil en la bolsa del cuaderno...

+ No lo sé... Tampoco me importa. Tu compañía me agrada. - Le miro, sonreímos los dos. 'Me despista diciendo eso... ¿Quiere que me quede más? ¿Es una indirecta? ¿Qué quiere decir?'

Siento que algo se mueve entre los arbustos. Al principio paso, después escucho un sonido y giro la cabeza bruscamente. Hay algo. El miedo me empieza a recorrer el cuerpo. Estamos de noche. No hay nadie por esta zona de las afueras. Mi móvil está abajo. Me acerco a Ismael, que me mira raro.

- ¿Has oído eso? - Le agarro el brazo.

+ ¿El qué? 

- Había algo en los arbustos...

+ Serán alucinaciones.

- No, de verdad. Había algo...

+ ¿Tienes miedo?

- Mmmmm... No hombre. - intento disimular.

+ No te preocupes, conmigo aquí, no hay nada que temer. - Hace fuerza en su bíceps mostrando su fuerte músculo. No está nada mal. Me tranquiliza un poco. Seguimos hablando de varios temas, pero el ruido se repite y el temor me vuelve al cuerpo.

- Ismael... Que hay algo... Hazme caso... - Me doy cuenta de que sigo enganchada a su brazo.

+ Bueno, si te quedas más tranquila si bajo, lo haré... - Me guiña el ojo. Con este gesto muero por dentro. Es demasiado para mí. 




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