Capítulo 41

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—¡¿Qué pasa?!—digo cuando llego al garaje
—Mira eso—dice Derek tan tranquilo y expectante
—Tiene que ser una broma, ¿por esto me haces bajar aquí a toda prisa? ¡Creí que te había pasado algo!
Me mira con una sonrisa boba en la cara y me dice:
—Te preocupaste por mi ¿eh?
—¡Cállate anda!—le digo y le golpeo el brazo con fuerza
—¡Joder! Será pequeña pero que fuerte pega la niña—suelta, pero sé que lo dice de coña
—¡Quejica! —le digo siguiéndole la broma

Me acerco a la moto por la cual casi me mato bajando las escaleras y la aprecio desde más cerca, cuando me giro me encuentro con Derek de frente.
—¿Porqué tienes esa cara de niño pequeño mirando un escaparate de una tienda de chuchos?
Derek me mira mal pero sé que va con cariño, por lo que le devuelvo la mirada.
—Pues siempre quise un labrador o un pastor alemán—responde a mi comentario, pero a mí me borra la sonrisa de la cara—¿Nunca quisiste un perro? Todos los niños quieren una mascota —pregunta
—No—respondo seca y dirijo mi dirección a la moto— ¿porqué es especial?
—Pues debo decirte que tuviste una infancia muy triste—su comentario a pesar de estar criticando mi vida anterior, me hace gracia, por qué cuando era pequeña use ese mismo argumento para convencer a mi madre de tener una mascota; le dije que si no me ayudaba a adoptar a uno, tendría una infancia muy triste. Derek continúa hablando y respondo a mi pregunta— cuando era pequeño con mi padre y con mi hermano compramos dos motos en el desguace y eran iguales que estas, nos pasamos casi un año arreglándolas los tres juntos; nos unió mucho- se queda mirando la moto con esos ojos azules centelleante como si un millón de recuerdos se le pasasen en ese mismo instante por la mente.
—Bueno y... ¿qué moto es?
—Es una KTM Duke 200, se caracteriza por una potente propulsión, un chasis ultraligero con componentes de alta calidad, un motor de inyección monocilíndrico (200cc) de cuatro tiempos, con cambio de seis velocidades y un bajo consumo de combustible—concluye su gran explicación de la que no entendí ni media palabra
—¿Qué libro te tragaste?—suelta y me vuelve a mirar mal, yo solo le sostengo la mirada.

Derek se ha quedado arreglando la moto hasta tarde y cree que ya pueda funcionar perfectamente, pero no sé yo...
Intento dormir pero no puedo, estoy inquieta, no para de venirme a la cabeza el recuerdo de Brandom, aunque es muy probable que no vuelva a verle, me alegra un poco recordar cuando estaba a su lado.

Apocalipsis ZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora