18: Submundo, ciudad de vacaciones, ¿dígame?

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Es cierto que soy propensa a perderme en lugares que no conozco, pero de ahí a acabar totalmente sola en medio de la nada en un segundo hay un paso largo.

Llevábamos andando ¿media hora? ¿una hora? ¿dos? La verdad es que no estoy segura. Habíamos perdido la noción del tiempo. Todo era igual y parecía no tener fin una vez te alejabas del río.

Andábamos en silencio, nadie tenía ganas de hablar, ni siquiera los gemelos (y eso es para preocuparse).

Habíamos logrado entrar en calor, aunque Mishell y Michael seguían mojados y podía escuchar el ruido que hacían sus botas mojadas contra el suelo.

Yo iba encabezando el grupo con Fin, al que por primera vez veía con el ceño fruncido. Avanzábamos pesadamente, aunque no estuviéramos realmente cansados. Arrastrábamos los pies levantando un poco de polvo rojizo que se acababa perdiendo en el aire.

Llegué a un punto en el que me limitaba a andar en linea recta, sin pensar en nada, sin oír nada y sin ver nada. Esa es probablemente la razón por la cual acabé repentinamente en un saliente de roca que se extendía sobre nada.

Cuando me di cuenta de que estaba sola di una vuelta sobre mi misma para tratar de ver a los demás, o de saber al menos dónde estaba.
Y no, no tuve mucho éxito precisamente.

-Esto solo podía pasarme a mi -murmuré mientras me asomaba para confirmar que si me caía del saliente no sabía dónde acabaría llegando.

Me alejé del borde sin apartar la vista del horizonte, del punto en el que se unían el "cielo" y la nada.

Cuando me di la vuelta dispuesta a buscar a mis amigos me encontré a escasos centímetros de la cara alguien.

-Cuidado, fantasma -dijo una voz familiar.

Retrocedí un paso y no pude dar crédito a lo que veían mis ojos.

Raúl. Sano y salvo.

Lo abracé tan fuerte que pensé que nos íbamos a fusionar (tengo una teoría que dice que cuando abrazas muy fuerte a alguien te acabas fusionando con él).
Acarició mi espalda suavemente.

-Pensaba que la bruja os estaba torturando o algo así -dije aún sin soltarle.

-Tranquila, estoy bien. Estamos bien.

Poco a poco nos fuimos separando, y cuando volví a mirarlo a los ojos vi algo distinto. Su piel tenía unas marcas, como si estuviera agrietándose.

-¿Qué pasa? -me preguntó sonriendo.

Levanté la mano para tocarle la cara, y con un ligero roce su piel se fue desprendiendo como si de polvo se tratara.

Aparté rápidamente la mano y retrocedí un paso.

-Tú no eres Raúl -dije sin dejar de mirarlo a los ojos.

-Claro que lo soy -avanzó hacia mí y yo retrocedí aún más, hasta llegar al borde del saliente.

Conforme se iba acercando su piel se rompía como si fuese porcelana.

-¿Quién eres? -pregunté cuando llegó delante de mí.

-Tu mejor amigo -respondió agarrándome una muñeca tratando de sujetarme.

-No, mi mejor amigo no me acorralaría así.

-Cierto -dijo inclinándome sobre el vacío-, será mejor que te deje tranquila.

Soltó mi muñeca y yo caí hacia atrás.
No grité, estaba demasiado confundida y asustada como para hacerlo. En su lugar cerré los ojos y esperé a llegar a donde quisiera que aquello me llevara.

Cazadora Solitaria [CS#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora