31: Odio cuando las piedras se burlan de mí

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Jamás imaginé que llegaría aquí tan pronto, aún con la vida tan extraña que tenía, siempre pensaba que llegaría a formar una familia, que vería a mis hijos crecer y cambiar. Parece que el destino tenía otros planes para mí.

De todos modos, nunca había imaginado la muerte así.
Pensaba que todo se apagaba de golpe y ya no quedaba conciencia o pensamientos en ti. Pero allí estaba yo, con la sensación de estar dejándome llevar por el aire, pero sin sentir realmente la suave brisa rozándome.
Tenía la extraña sensación de estar en una parálisis del sueño. Suele ocurrirles a las personas que intentan manipular a menudo los sueños, cuando te despiertas no puedes moverte, y a veces, no eres consciente de tu cuerpo, solo dura unos segundos pero dicen que es terrible.
En mi caso parecía una eternidad.

Esperaba el momento en el que aparecería en el familiar paisaje del submundo, lista para cruza el Río de las Almas, para luego dedicarme a vagar por allí, sin un rumbo fijo, pero sabiendo que al final había vencido a la bruja.
Yo no tenía pruebas de ello, pero sí la certeza de que por lo menos para los demás todo había terminado.

Esperé lo que a mí me parecieron años el momento de presentarme ante la gran serpiente, pero no ocurría nada, y cada momento que pasaba yo estaba más preocupada, en parte de que no ocurriera nada, y en parte de que me pudiera preocupar de algo, quiero decir, estaba muerta, ¿acaso se puede sentir o pensar algo cuando estás muerto?

La verdad es que no tengo mucha experiencia en la materia, pero la lógica me dice que no es posible.

En ese momento comenzaron los fogonazos.
En la nada en la que me encontraba empezaron a aparecer luces que duraban unos segundos, pero que me hacían sentir calor, por difícil que parezca.

Uno de esos fogonazos fue tan fuerte que todo se volvió blanco.
Tras unos minutos me di cuenta de que parecía encontrarme en una sala totalmente blanca e infinita.
Me levanté del suelo en el que estaba tumbada y miré mis manos.
Era como observar algo en un sueño, en cuanto dejas de hacerlo ya no recuerdas cómo era, por eso no puedo describirlas, ni siquiera estoy segura de que tuviera un cuerpo sólido realmente.

-¿Hola? -logré preguntar tras tres intentos fallidos, aunque solo me respondió mi propio eco.

Avancé en linea recta hasta cansarme, no había final, resignada me di la vuelta y choqué contra algo de frente.
No sentí ninguna clase de dolor, solo algo que me detuvo. Alargué la mano para tocarlo pero allí ya no había nada.

Busqué una marca que dejar en el suelo, aunque no llevaba nada encima. Miré el lugar donde quería señalar que había estado y una piedra redonda y gris me miraba burlándose de mí.

No bromeo, la piedra me miraba, alguien le había dibujado con rotulador una cara burlona.

Teniendo ya una marca seguí caminando en linea recta, y para mí sorpresa (nótese la ironía) llegué de nuevo hasta la piedra.

Frustrada me agaché, la cogí y la lancé con todas mis fuerzas.
A los pocos segundos sentí como algo duro me golpeaba por detrás. La maldita piedra.

-¡Esto tiene que ser una broma! -grité ya enfadada.

Como si mi voz fuese demasiado fuerte el fondo blanco en el que me encontraba empezó a agrietarse y fuertes ráfagas de viento empezaron a golpearme.

Era peor el siseo que estas causaban al colarse por las grietas que los golpes en sí.

Cuando ya creía que no podría soportar más ese terrible ruido la sala blanca se derrumbó del todo.

Un hermoso silencio fue lo que lo siguió durante otra pequeña eternidad.
Lo disfruté mientras duró, que fue hasta que vinieron las voces.

Miles, millones de voces en mi cabeza, como susurros y gritos, llantos y risas, todas ellas al mismo tiempo, sin embargo no me molestaban. Era como si una barrera me separase de ellas, de su mundo.

De entre las voces empecé a distinguir una, más familiar y suave que las demás.

-Esto funcionará -decía, yo lo sentía como un susurro al oído, aunque provenía de todos sitios.

Repetía una y otra vez lo mismo, cada vez más segura, y yo cada vez creía más lo que me decía aquella voz femenina.

Empecé a sentir como la electricidad recorría mi cuerpo.
Doble los dedos de las manos y de los pies, aunque no lo conseguí con las rodillas.

-Parece que lo consigue -escuché a alguien susurrar en algún sitio a mi alrededor.

Doblé las muñecas, los tobillos y con un poco más de concentración también los codos.

Pude parpadear y finalmente abrir los ojos.
No conseguía enfocar bien por encima de mí había cinco personas observándome.

-¡Se ha despertado del todo! -exclamó una de ellas con voz femenina y empezó a pegar saltos en el sitio.

Levanté uno de mis brazos delante de mi cara pero no conseguí verlo bien.

-Te costará recuperarte del todo un poco -dijo esta vez una voz masculina.

-¿A quien de los dos se lo dices? -preguntó otro chico, el más alto de todos.

No conseguía identificar ninguna de las voces.

-A los dos -respondió la chica que ya había dejado de saltar.

Una de las personas que no había hablado todavía se agachó a mi lado y me incorporó, lo que provocó que me marease ligeramente.

-¿Cómo te encuentras? -me preguntó con voz femenina.

Me costó articular las dos primeras palabras que me vinieron a la mente:

-Tengo hambre -tal vez fue por el proceso de recuperación pero mi voz sonaba muy grave.

-Sin duda está bien -comentó el más alto de los que estaban delante de mí.

Poco a poco enfocaba un poco mejor, ahora conseguía distinguir los colores y un poco los dedos de mi mano.

-Yo también tengo hambre -dije, aunque realmente no fui yo, alguien usó mi cuerpo para decirlo.

Por un instante entré en pánico pensando que la bruja seguía dentro de mí, pero ese terror se convirtió en confusión cuando las cinco personas a mi alrededor se echaron a reír.

Miré de nuevo mis manos y me di cuenta de que no eran las habituales, eran más grandes y fuertes.
Conseguí enfocar mis piernas y ya no llevaba mi traje de batalla, sino unos vaqueros anchos y unas zapatillas bastante... masculinas.

Miré a los que me rodeaban, eran Selene, el líder, Oliver, Rocío y mi padre.

Este último y Rocío parecían aliviados, Oliver intentaba aguantarse la risa, Selene, que estaba agachada a mi lado, me sostenía y el líder me observaba como si fuera algún tipo de alienígena morado.

-Tala -dijo Oliver adelantándose un paso-, me gustaría darte la bienvenida al cuerpo de Raul.

Cazadora Solitaria [CS#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora