Cazadora Solitaria [CS#1]

27: Vivan los gritos de guerra con retraso

-Tenemos dos opciones -comenzó Fin-: atacar de manera discreta y pillarla por sorpresa, o cargar con todo lo que tenemos desde el principio.

Una frase, tan solo una maldita frase y la mitad de los cazadores tenían cara de estreñidos. Menos mal que los Abril son listos y decidieron traducir lo que Fin iba diciendo a varios idiomas.

-Somos treinta y tres cazadores en total -continuó nuestro profesor-, pero tenemos muchas más armas-

-¡Y gente! -gritó alguien por el fondo.

-Sí, y gente. No creo que merezca la pena intentar colarnos otra vez en el castillo, teniendo en cuenta lo mal que nos salió la última vez, entonces yo propongo que ataquemos el castillo.

Ophélia dijo algo en francés, que Oliver amablemente tradujo:

-Dice que es un suicidio.

-No si nos dividimos bien. Si por grupos nos quedamos bloqueando ciertas partes del castillo, hasta "arrinconar" a Aradia será más fácil vencerla. Tenemos a un aliado, que no estoy muy seguro de cómo nos entiende, que conoce bastante bien el castillo. Tenemos las armas de los cazadores que hacen guardia en la parte de abajo del castillo, lo que les dificulta mucho pelear. Para que no lo volváis a decir: hay muchos familiares que quieren luchar. Y aparentemente tenemos a la chica que podría acabar con todo esto de una vez por todas. ¡Podemos ganar! -exclamó Fin cuando acabó su discurso.

Lo divertido de todo esto fue que tardaron unos segundos en traducir el mensaje, de forma que el "grito de guerra" se escuchó con bastante retraso.

Lo pocos profesores y sustitutos de profesores que había se reunieron y debatieron un buen rato cómo organizar el ataque.

Al final hicieron que todos los familiares que estuvieran en condiciones de levantar un arma, se creyeran capaces de luchar y quisieran hacerlo se reunieran alrededor del montón de metales.

Los demás juntaron todo lo que habían llevado los grupos del campamento: medicamentos, material sanitario, comida... por si tenían que usarlo de urgencia.

Los treinta cazadores nos juntamos en los grupos que habíamos venido y con la ayuda de Benjamin logramos organizarnos.

Decidimos que el grupo de Daniel Quesadas y Ophélia se encargaría de no dejar entrar al castillo a nadie que no estuviera de nuestra parte. El de Esteffano cerraría el paso a la segunda planta en la que estarían las trillizas Natalia, Patricia e Isabel con su grupo. Agradecimos que el lugar donde en teoría se escondía la bruja no estuviera mucho más arriba ya que no quedaban muchos más grupos, solo el mío y el de Lara. Nosotros avanzaríamos juntos y guiados por Benjamin hasta la bruja (aunque eso implicaba subir otra planta más por la que se irían quedando miembros de nuestros grupos). Charlotte, Banjamin, Justyna, los gemelos y Rocío se ocuparían de evitar que nadie se metiera en nuestra pelea y el resto atacaríamos directamente a Aradia.

Los familiares dispuestos a luchar intervendrían solo si era necesario mantener ocupados a los cazadores de la parte exterior del castillo, aunque eso no implicaba que para nuestra desgracia no corrieran peligro.

Debíamos entrar en acción cuanto antes, ya que la bruja no tardaría en enterarse de que nos habíamos escapado y vendría a por nosotros, así que rápidamente cogimos todos nuestras armas y fuimos con nuestros grupos.

Estaba guardando bien mis cuchillos cuando a Raul se le ocurrió darme un susto.

Casi le corté la cabeza, pero tuvo suerte de que lo reconociera y pudiera frenarme.

-Ya veo que estás preparada para luchar -comentó bajando mis brazos, que seguían tensos.

Para mi pesar él también estaba preparado para luchar, llevaba un cuchillo bastante más grande que los míos.

-¿Estás seguro de que quieres ir ahí abajo? -le pregunté mirándolo a los ojos.

-Completamente -nunca lo había visto tan decidido.

Le di un fuerte abrazo, que podría haber sido eterno, pero Fin me llamó para acabar de concretar los detalles.

-Hay varios grupos que tienen que ir delante nuestro -comenzó cuando llegué a su lado-, por lo que nuestro grupo y el de Lara bajaremos juntos un poco después, cuando ya estén los guardias ocupados.

Al principio me pareció una buena idea, pero luego la espera se hizo eterna, solo de pensar que mis amigos estaban ahí abajo jugándose la vida y yo allí sentada en el borde de la rampa de bajada me ponía más y más nerviosa.

Para tratar intentar dejar de torturarme con ello cerré los ojos y me concentré en los sonidos a mi alrededor.

Había muchas voces hablando al mismo tiempo, choque de metales, risas nerviosas, algún llanto, pero lo que más me llamó la atención fue una voz grave y bonita que entablaba conversación de manera amistosa con otra voz muy importante para mí.

Oliver y Raul parecían estar hablando tranquilamente, como dos amigos que se conocen de toda la vida.

Me sentía un poco mal por escuchar lo que decían, pero hacía mucho tiempo que no tenía tanta curiosidad por algo.

Hablaban de esto y lo otro, cambiando de tema tranquilamente, intercambiando opiniones e incluso a veces riendo. La verdad era que me alegraba mucho por ambos, estaba feliz solo porque ellos lo estaban, pero de repente el tono de sus voces cambió.

-Por favor -le pedía Raul-, protégela todo lo que puedas ahí abajo.

Hubo un segundo de silencio.

-A ella puedo protegerla, pero no a ti, y si a ti te pasa algo ella no sabrá que hacer, se quedará destrozada -respondió Oliver sorprendiéndome, y probablemente también a Raul.

Mi mejor amigo suspiró profundamente.

-Esto va a ser lo más difícil que haya hecho nunca.

-Por lo menos tú ya has ganado una guerra -las palabras de Oliver se repitieron en mi cabeza. Sabía a qué se refería, hasta ese momento ni yo misma me había dado cuenta, pero en cuanto lo dijo lo supe-. ¿Amigos? -casi no escuché esa pregunta, ya que había perdido la concentración.

-Amigos.

Me giré justo a tiempo para verlos a lo lejos estrechándose la mano y mirándose a los ojos.

Sentí como ese nudo que tenía en el estómago desde hacía tanto tiempo desaparecía.

Aunque volvió a formarse cuando Fin dijo:

-¡Nos toca bajar!