16. Una maldición

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AGATHA ABRIÓ LOS OJOS COMO PLATOS y sus labios se separaron un poco, permitiendo salir un pequeño suspiro de estos. Era inverosímil lo que acababa de escuchar, no, era imposible. Ella no podía ser 'El Ancla', simplemente le parecía horroroso la idea de saber que ella era un balance entre la vida y la muerte. ¿Qué se suponía que significara eso? ¿Significaba que tendría el poder de decidir si una persona podía quedarse o no?

—Agatha...—la mencionada lo hizo callar, levantando su mano.

A duras penas podía procesar la información que había acabado de recibir. No era capaz de recibir más información de tal magnitud. Su vida parecía ser un constante ciclo donde siempre terminaba conectada a algo relacionado con la muerte o el otro lado en general.

Primero cuando estuvo con todo el problema del Oastori, que resultó ser un antepasado de ella. Perdió muchas personas aquella vez. Todo porque Lyra quería volver del otro lado utilizando a una adolescente para que asesinara por ella. Era algo bárbaro si le preguntaban.

Ahora tenía el problema de ser el ancla y no estaba segura de lo que podría significar eso. Ya había tenido varios atentados contra su vida por alguien de ojos rojos y no podía evitar pensar que era a causa de lo que era. Todos le repetían lo mismo.

—No digas nada más —susurró, pasando su mano por sus cabellos rubios.

Se apoyó de uno de los estantes y cerró sus ojos, tratando de recuperar el control sobre sí misma. La situación la estaba abrumando y no necesitaba que ocurriera lo mismo que en la cena en su casa. Esa noche en la que escuchó a Dakota.

En parte podía comprender que esa era la razón por la que podía comunicarse con los muertos. Lo que significaba que, ella llevaba siendo el ancla desde mucho tiempo atrás. Quizás el primer ritual que hizo Marina para 'resucitar' la sombra de Lyra fue lo que activó eso. También, significaba que ser el 'Ancla' era la razón por la que pudo traer a Skylar a la vida.

Escuchó los pasos de James acercarse a ella y giró su cabeza para poder mirarlo. Él se posicionó al lado de ella y la miró con un deje de preocupación.

—¿Estás bien? —preguntó, tratando de ser lo más comprensible posible.

Agatha dejó salir el aire retenido en sus pulmones y mordió su labio inferior, acto que nos pasó desapercibido por James, quien posó su mirada en ellos por unos segundos y luego la apartó. A veces no comprendía sus propios impulsos. Fue como la vez que ella lo llamó por su segundo nombre y por poco la besa en su propia casa. ¿En qué estaba pensando en ese momento? Estaba hablando de Agatha, la chica que lo dejó y desapareció de la faz de la Tierra durante cuatro años.

—No estoy bien —confesó—. Estoy ahogándome con esto. Es horrible.

James giró su cabeza de manera automática para poder verla a los ojos.

—¿Horrible? ¿Te parece realmente horrible ese don que tienes? —preguntó, moviendo sus manos mientras hablaba para dar énfasis a lo que decía.

Él, en lo personal, encontraba todo el asunto fascinante. Peligroso, sí, pero era completamente asombroso todo lo que Agatha podía ser capaz de hacer.

—¿Me estás jodiendo? —preguntó retóricamente—. Esto no es un don, al contrario, es una maldición.

James resopló en cuanto escuchó las palabras de Agatha.

—Tú no sabes lo que es perder a un paciente en tus propias manos, Agatha. Tener un poder que te de esperanzas de salvar a más personas día a día es simplemente lo mejor que le puede pasar a alguien. Tú no lo comprendes —murmuró lo último, sacudiendo su cabeza, dándose por vencido.

La maldición Malfoy (#LHDDMYHG2) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora