Septiembre
—¡MALDITA SEA, BRETT! —EXCLAMÓ UNA MUY ENFADADA CECILIA de quince años persiguiendo a su hermano menor—. ¡¿Dónde demonios dejaste mis malditos zapatos?!
Su madre la interceptó en medio del pasillo mirándola con una ceja arqueada y los brazos cruzados. Cecilia sabía lo que esa actitud podía significar. No era ningún secreto que su madre era la que mandaba en la casa.
—Lenguaje, señorita —regañó Agatha.
Cecilia resopló, cruzando los brazos también.
—Tú hablabas peor a mi edad —contraatacó.
Era más que cierto. Agatha siempre tuvo el lenguaje de un camionero de cincuenta años cuya esposa le pelea por dejar la tapa del inodoro arriba. Sí, ella siempre fue así y su hija salió con su actitud. No era ningún secreto que Cecilia era una representación perfecta de sus padres.
—¿Qué sucede? —intervino James, halando a Brett por el brazo.
Brett, al contrario de su hermana, salió con el cabello rubio de su madre y los ojos color caca de su padre. Era de estatura alta y muy guapo para su edad. Le gustaba su cabello rebelde como buen Potter y su madre le peleaba diciéndole que los mechones de cabello que le caían en los ojos lo dejarían más ciego que su abuelo Harry.
—Este...animal que tienen por hijo siempre me anda escondiendo las cosas —espetó Cece.
Agatha miró a su hijo.
—¿Dónde están los zapatos de tu hermana? Suelta la sopa o te juro por la colección de libros de mi madre que no dejaré que veas a Leila —amenazó.
Brett la miró boquiabierto. Su madre no podía ser tan cruel como para permitir eso. Ya bastaba con Lysander recriminándole por haber salido a su padre y estar yendo detrás de sus chicas. En defensa de James, él nunca fue detrás de Keira y siempre vio a Agatha primero.
—Están en el ático —masculló.
Cece lo miró con los ojos entrecerrados, su ira creciendo a cada segundo que pasaba. Estaba considerando quemarle el cabello como lo hizo con su bisabuelo Lucius cuando tenía solo unos meses de edad. Ella había heredado ese poder de su madre. Solo el fuego, Brett heredó el agua. Así que eran dos polos opuestos en todo el sentido de la palabra, pero al mismo tiempo se complementaban.
—Ni se te ocurra, Cecilia Zoe —advirtió su padre.
La chica agitó su cabeza, removiendo sus cabellos oscuros y rodó los ojos.
—Dale los zapatos, Brett —ordenó su madre. James soltó a su hijo y ambos lo miraron esperando a que fuera al ático a buscarle los zapatos a Cece.
Brett sabía lo que hacía. El ático estaba lleno de polvo que le causaba alergias a su hermana, escondía las cosas de ella allá arriba y no había persona en la Tierra que la hiciera entrar a ese lugar.
Agatha miró a James cuando sus hijos se marcharon refunfuñando. Él le sonrió y la envolvió en sus brazos de manera afectuosa.
—¿Por qué no pueden llevarse bien y ya? —preguntó Agatha.
James encogió sus hombros.
—Ellos creen que son polos opuestos, pero en realidad son más parecidos de lo que piensan, por eso pelean mucho; sus personalidades chocan —explicó él y depositó un beso en los labios de su esposa.
Escucharon un ruido de asco a sus espaldas y se separaron, rodando los ojos. Giraron y miraron a Phoenix hacer gestos como si fuera a vomitar. Agatha le sacó el dedo del medio a su hermana menor y esta soltó una carcajada. Podían ser adultas, pero seguían siendo las mismas infantiles de siempre.
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La maldición Malfoy (#LHDDMYHG2)
Fanfiction«Esto no es un don, al contrario, es una maldición.» Secuela de "La Hija de Draco Malfoy & Hermione Granger". Es totalmente necesario haber leído la primera parte de esta novela para poder comprenderla. La sinopsis está en la primera parte ya que n...