17. El viejo calvo

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HERMIONE OBSERVÓ A DRACO TRATANDO DE OCULTAR una sonrisa al verlo tan enfadado y haciendo casi un berrinche. Parecía un niño pequeño, solo faltaba que dijera "Mi padre se enterará de esto" y sería como tener un recuerdo viviente de él cuando estaban en Hogwarts. Apretó sus labios para no reír y Draco la fulminó con la mirada, acto que solo le causó más gracia.

—¿Me vas a decir qué te sucede? —preguntó, dejando de lado el libro que tenía en sus manos.

Había estado leyendo por enésima vez la historia de Hogwarts y le resultaba igual de interesante que cuando la leyó la primera vez. Claro, fue interrumpida cuando Draco entró como un torbellino a la habitación refunfuñando sobre cómo los hijos se creían que lo sabían todo.

—Tú hija está totalmente irrespetuosa, deberíamos castigarla o algo, yo no sé —dijo, como si sus palabras tuvieran sentido.

—¿De cuál hija en específico estamos hablando acá?

No era que no supiera, pero ella tenía tres hijas, contando a Phoenix. Estaba claro que tenía que ser entre Phoenix y Agatha, más la segunda que la primera. Solo quería estar segura y dejar que él se descargara porque de otra manera seguiría haciendo un drama.

—Agatha, obviamente —respondió, rodando los ojos—. Llegó a estas horas de la noche y tiene cara de decirme que ella ya es adulta.

—Bueno, ella tiene un punto a su favor, Draco —comentó, mirándolo a los ojos.

—¡Estás de su lado! —exclamó indignado, moviendo sus manos para darle énfasis a sus palabras. Le parecía mentira que precisamente ella se pusiera del lado de su hija—. No puedo creerlo.

Ella negó. Por más que pareciera así, no lo estaba. Era una mujer que analizaba todos y cada uno de los puntos de vista para poder examinarlos con cuidado y entonces poder das opinión de lo que se estaba hablando.

—Estoy de parte de ambos —aclaró—. Ella ya tiene veintidós y aunque para nosotros siga siendo nuestra hija, nuestra pequeña, tenemos que aceptar que ya no es así y ella va a hacer su vida. Sé que quieres protegerla, pero tampoco podemos prohibirle que se encierre por eso.

Draco se sentó en el borde de la cama y apoyó sus codos sobre sus rodillas, uniendo sus manos frente a sí, dándole la espalda. Hermione rodó los ojos y se acercó a él por la espalda, rodeándolo con sus brazos. Depositó un suave beso en la mejilla de él y aspiró su aroma. Cuánto amaba a ese hombre, le parecía mentira.

—Jean...—masculló.

—No seas gruñón, Draco. En el fondo sabes que tengo razón —acotó con una sonrisa.

Draco se apartó un poco para poder girarse y mirarla de frente. Besó sus labios suavemente y luego depositó un beso en su frente.

—Te amo —murmuró.

—Lo sé.

Él la observó arqueando una de sus cejas y una sonrisa divertida se asomó en su rostro. Si le hubiesen dicho hace cinco años atrás que Hermione le respondería de esa manera se hubiese echado a reír como si su vida dependiese de ello.

—Nos estamos poniendo egocéntricos acá —dijo en un tono burlón.

—Aprendí de ti, cariño —se defendió, encogiendo sus hombros como si la cosa no fuese con ella.

ϟ

A la mañana siguiente, todos se levantaron a desayunar juntos como siempre hacían o al menos trataban. El desayuno transcurría en silencio ese día, solo se escuchaba el ruido de los cubiertos chocar con el plato y uno que otro suspiro de incomodidad. Agatha trataba de evitar la mirada de su padre, Hermione los observaba a ellos, Scorpius miraba a su hermana mayor y así seguía todo como un ciclo.

La maldición Malfoy (#LHDDMYHG2) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora