6. Cuatro años de espera

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AGATHA SE APRESURÓ POR LOS PASILLOS DE SAN MUNGO, ignorando todo lo que escuchaba en esos momentos. Su corazón latía sin parar y había llegado a pensar que se saldría de su pecho. Las palabras de Albus se repetían en su mente una y otra vez «ella despertó». Eran palabras que debían causar felicidad, pero por alguna extraña razón no la sentía. Estaba nerviosa y sus manos temblaban sin cesar. Algo en su estómago se removió, aquel sentimiento que le decía que había algo mal.

Llegó hasta la puerta de la habitación de Skylar y pudo escuchar gritos roncos desde adentro. Quiso entrar, pero fue detenida por varios sanadores y enfermeras que impedían la entrada. Los gritos resonaban en su cabeza haciéndola sentir escalofríos. Ella no estaba bien.

—¿Qué está sucediendo? —preguntó con voz temblorosa a los sanadores que solo la ignoraron—. ¡Háganme caso!

Pero ninguno le respondió. Un acto descortés de su parte, pero no podían hablarle sobre el estado de su amiga porque no tenían ni la menor idea de lo que ocurría. Agatha se sentó en medio del pasillo, ignorando a los sanadores que le decían que se fuera a la sala de espera, y agarró su cabeza entre sus manos.

Ellos no escuchaban los gritos de Skylar como ella. Ellos no comprendían el inmenso dolor que le causaba escucharla gritar luego de cuatro años como si la estuviesen torturando. No entendían la impotencia que Agatha sentía en esos momentos.

Luego de lo que parecieron horas escuchó la puerta abrirse mientras los gritos aún continuaban. Alzó la vista y se puso de pie, encontrándose con James. Era obvio que él iba a ser el que atendiera a Skylar, le había quedado claro que ella solo era su paciente.

—¿Cómo está ella? —preguntó, aunque los gritos le daban una ligera idea de cómo se encontraba.

—¿Qué haces aquí? Se supone que estés en la sala de espera —dijo James ignorando por completo la pregunta de Agatha.

Agatha apretó sus labios en una fina línea, sintiendo como sus ojos escocían. Él parecía no comprender lo mucho que le afectaba la situación y si lo hacía, no le importaba. Parecía tan frío e indiferente que era difícil de asimilar.

—¡Solo responde la maldita pregunta! —exclamó—. Llevo aquí horas, todos me ignoran y lo que quiero saber es si ella está bien.

James se acercó a ella y la agarró por un brazo para alejarla de la puerta. Todos los que estaban en el pasillo observaban la escena sin apartar los ojos de ellos. Agatha se zafó bruscamente del agarre de James y lo miró a los ojos.

—¡Tú no lo entiendes, ellos no lo entienden, nadie lo entiende! —secó con rabia las lágrimas que habían salido de sus ojos—. Yo cuidé a Skylar desde que prácticamente era una niña. Me contó cosas que nadie tiene idea, porque nadie sabía que las cosas por las que Skylar pasaba. Tú no la conociste como yo lo hice. Tú no sentiste como la vida abandonaba su cuerpo como yo lo hice. ¡Nadie lo hizo! Porque yo le prometí que la cuidaría y no lo hice —su voz se quebró cuando pronunció la última oración.

Tapó su cara con sus manos y lloró en silencio. James sabía que lloraba por la manera en la que sus hombros temblaban. La había visto llorar demasiadas veces como para conocerla lo suficiente. Sin pensarlo mucho y tener conciencia de sus actos, la rodeó con sus brazos. Él sabía que ella todavía sufría y que en ese momento había dejado atrás aquellas barreras que siempre tenía y estaba vulnerable.

—Está en un estado de shock —comenzó a decirle en voz baja—. Para ella fue como despertar de una pesadilla...—Agatha lo interrumpió, alejándose de él bruscamente.

—...o como si estuviese en una —completó por él—. ¿Parasomnia?

James ladeó la cabeza e hizo una mueca.

La maldición Malfoy (#LHDDMYHG2) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora