I
Ayleen contempla a Derek, apoyada de costado en su brazo izquierdo. Está dormido, su respiración pausada haciendo que su pecho desnudo suba y baje rítmicamente. La sábana gris lo cubre parcialmente, llegando desde el principio de su cadera por un lado hasta el inicio de las costillas en el otro. Ayleen lo mira y siente que es la primera vez que lo ve. Nunca le había visto dormir, de hecho, pero le gusta ese aire de inocencia que le rodea ahora. Puede ser una estupidez, pero para ella dormir con otra persona es un acto de confianza. Sí, dormir en el más estricto sentido de la palabra. Cuando te quedas dormido al lado de alguien estás, de algún modo, poniéndote en sus manos. Y a ella le gusta pensar que Derek se ha puesto en sus manos, aunque él no lo vea así, aunque para él dormir al lado de alguien no signifique nada, aunque ya lo haya hecho tantas veces que para él ya no haya nada especial en ello. Por un momento, se siente feliz. Su cerebro juega con el pensamiento de que tal vez lo que haya entre Derek y ella sea real, que vaya más allá de lo que todos le quieren hacer creer, y quizás Derek sienta algo más fuerte por ella.
Sacude la cabeza, pues no quiere estropearse a sí misma el momento. Con cuidado para no despertarlo, roza su mejilla con las yemas de sus dedos. Está áspera por la barba incipiente, pero a Ayleen le gusta ese tacto.
Unos segundos más tarde, Derek abre los ojos.
-Buenos días -saluda Ayleen.
Él gira la cara para mirarla y le regala una de las sonrisas más sinceras que la joven le ha visto esbozar nunca. Le da un breve beso en los labios y Ayleen sonríe también.
-Hola, preciosa -su voz es ronca.
Es entonces cuando Ayleen se da cuenta de su desnudez. Las sábanas también la cubren a ella, pero no del todo, y es ahora que Derek está despierto que es consciente de ello. Es una tontería, pero la joven coge la sábana y se tapa hasta la barbilla con ella. Si anoche tuvo tales pensamientos, su mente debió desecharlos porque no le importó, estaba demasiado perdida en Derek. Ahora ya no es lo mismo.
Tras un breve instante de confusión, Derek suelta una carcajada.
-¿En serio? -pregunta, divertido.
Ayleen tira un poco más de las sábanas, hasta que le llegan a la nariz.
-Eres consciente de que ya te he visto, ¿no? -señala a su cuerpo debajo de la tela.
-Mmm, sí.
-¿Entonces?
-Pues... -Ayleen duda un momento- Bueno, anoche estaba oscuro y con suerte estabas más pendiente de otras cosas.
-Créeme que esa fue precisamente una de las cosas de las que estuve pendiente.
Ayleen suspira. No podía esperar otra cosa, cuando ella se fijó en cada detalle del cuerpo de él, intentó memorizar cada tatuaje. Se siente imbécil por esa vergüenza; ni siquiera es la primera vez que un hombre la ve desnuda. Tal vez sea la primera vez que está tan implicada con ese hombre. También es cierto que ella no es tan experta como Derek. No es virgen, pero no ha hecho el amor tantas veces como para no sentir al menos algo de preocupación después. Para Derek, sin embargo... Ayleen le mira a los ojos. Realmente no sabe con cuántas chicas ha estado, ni si de verdad ha estado con tantas como ella piensa. Pero Connor se lo ha dicho, aunque eso ni siquiera era necesario. Al ver a Derek, sólo con verle moverse, ya se sabe que ha sido así. No obstante... en el fondo de sus ojos, detrás de ese brillo divertido, en ese instante le parece ver una sombra de preocupación. ¿Es posible que esa sensación no se pierda por muchas veces que lo hagas? ¿O que, como para Ayleen, para él esto signifique algo más? No hay forma de saberlo.
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TESTIGOS DE LA LUNA
RomanceAyleen Miller se muda a una residencia de estudiantes en Chicago para empezar sus estudios en medicina. Ayleen llega a Chicago convencida de que sus años de universitaria van a ser los mejores de su vida, pero no tiene ni una leve idea de lo que pu...