I
Los ojos de Derek siguen fijos en el techo, aunque Ayleen puede notar el latido del corazón de él acelerarse bajo su mano. Finalmente gira la cara y la mira, y por un momento Ayleen cree que va a responderle que él también la quiere, pero sus labios no se separan, y sus ojos negros, muy abiertos, se inundan de algo parecido al terror. Sigue en silencio durante un largo minuto, como si las palabras de la chica se le hubieran atado al cuello y le impidiesen hablar.
Ayleen cierra los ojos un momento. No debería haber dicho nada. Debería haberse tragado las palabras, pero no ha podido, no ha podido. Han salido solas, se ha arriesgado a asumir que Derek no le dijera "te quiero" de vuelta, y en efecto no se lo ha dicho. Evidentemente, si no se lo ha dicho es porque no lo siente. Abre los ojos de nuevo y su mirada se cruza con la de Derek, que ha dejado de acariciarle la espalda.
Es normal que los sentimientos de uno de los dos se desarrollen antes que los del otro, es normal que sea uno el que tenga que arriesgarse a decirlo primero, es normal que Derek aún no la quiera, teniendo en cuenta que tampoco llevan tanto tiempo juntos. Es normal, y aun así le duele. Trata de convenverse a sí misma de que no importa, eso no cambia nada. Pero su estómago está encogido y le escuecen los ojos.
Ayleen aparta el brazo del pecho de Derek y coge su camiseta de la parte baja de la cama, repentinamente incómoda por su desnudez. Es precisamente la camiseta suya que él le regaló. La muchacha se sienta en la cama, rodeándose las rodillas con los brazos. Derek sigue exactamente en la misma posición de antes, como una estatua.
-Lo siento –murmura ella-. No debería haberlo dicho.
-No, bueno, si eso es lo que sientes, en fin, está bien... saberlo.
La chica mira incrédula a Derek. ¿Está bien saberlo? ¿Eso es todo? Acaba de confesarle que se ha enamorado de él, ¿y lo único que le contesta es que está bien saberlo? Como si fuera un dato que archivar, como si eso fuera algo que se dijera todos los días. Como si no fuera algo que jamás había sentido por nadie y que nunca le ha dicho a ningún chico.
-También está bien saber que al menos has sido sincero y no me lo has dicho de vuelta sólo para que siga acostándome contigo –dice ella amargamente.
-¿Qué? –él parpadea, como si no pudiera creerse lo que acaba de escuchar.
-Da igual, en serio.
Ayleen suspira. No quiere pelearse con él, ni siquiera que él le diga que también la quiere. Visto lo visto, se habría conformado simplemente con otro tipo de reacción, quizás con un beso, o con una sonrisa, o con cualquier otra tontería que siguiera sin significar "yo también te quiero", pero que fuera más un "me gusta que me quieras" a un "la palabra amor me produce alergia", que es la forma en que Derek ha reaccionado.
-No, no da igual –él se incorpora también, con las sábanas cubriéndolo a partir de la cintura-. Acabas de decir que lo único que quiero de ti es sexo, y eso no es verdad, no entiendo...
-¿Qué no entiendes? –le interrumpe ella- Tampoco es tan extraño que lo piense teniendo en cuenta que eso es precisamente lo que siempre has buscado con todas las tías.
Derek frunce el ceño, su pecho subiendo y bajando cada vez con más agitación. Ayleen aparta la mirada. No quería decirlo, no quería sacar el tema ni hablar con Derek de su pasado y de todas las chicas con las que ha estado. Hasta ahora había sido un asunto enterrado que ninguno de los dos se había atrevido a mencionar. Pero no podía permanecer así siempre, en algún momento iba a surgir. Ayleen gira la cara, incapaz de mirarle.
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TESTIGOS DE LA LUNA
Storie d'amoreAyleen Miller se muda a una residencia de estudiantes en Chicago para empezar sus estudios en medicina. Ayleen llega a Chicago convencida de que sus años de universitaria van a ser los mejores de su vida, pero no tiene ni una leve idea de lo que pu...