I
Con las piernas cruzadas y una taza de té entre las manos, Natasha descansa en una alfombra, justo al lado de la mesita que ocupa el centro del estudio de Derek. Su hermano, también sentado en el suelo, está inclinado sobre la mesa, trazando nuevas líneas sobre las anteriores del último tatuaje de su cuaderno.
-¿Dónde vas a hacértelo? -pregunta ella.
-Creo que en la base de la espalda -responde, sin alzar la vista del papel.
-Derek.
-¿Sí?
-Llevas todo el día muy raro. ¿Te pasa algo?
Termina de dibujar una línea y mira a su hermana.
-Claro que no.
Natasha alza una ceja y Derek se rasca la nuca, molesto ante la mirada suspicaz de su hermana.
-No te creo. Estás como ido. Y ha sido hoy porque ayer por la noche antes de irte con Ayleen estabas normal...
El volumen de su voz decrece a la vez que sus ojos se estrechan. Luego una amplia sonrisa se expande por su rostro, una que Derek llevaba bastante tiempo sin ver.
-¡Os habéis acostado! -exclama; da un bote en el suelo y el té amenaza con salirse de la taza- ¡Lo habéis hecho!
Derek se muerde el labio inferior, buscando una forma de negarlo, pero nunca ha sido capaz de mentirle a su hermana. Nota los latidos de su corazón en sus oídos.
-¿Esta noche?
El joven acaba por aceptarlo y asiente.
-No pidas más detalles, hermanita, que no te los voy a dar.
-Puaj -hace una mueca-. No tengo ningún interés en saber tus experiencias sexuales.
Derek pone los ojos en blanco.
-¿Y ahora... qué? -pregunta Natasha tras un breve silencio.
-¿Cómo que "y ahora qué"?
-Pues que cuáles son tus intenciones con ella.
-No lo sé -exhala un profundo suspiro-. Te juro que no lo sé. Es que es... Ayleen es...
-Lo sé -Natasha esboza una sonrisa comprensiva-. Sólo piensa si los dos queréis lo mismo. No se merece que le hagan daño.
Su hermano asiente con la cabeza, dándole vueltas al lápiz entre los dedos.
-Mi único objetivo no era acostarme con ella.
-Derek...
-Ya lo sé -dice en voz cansina-. Quizás al principio lo fuera. Ya me conoces, Naty. Pero ahora... no.
Natasha se bebe lo que le queda de té en la taza y se pone en pie.
-¿Has pensado que tal vez ella no sepa eso? -camina hasta la cocina, y antes de desaparecer por la puerta, se vuelve hacia su hermano y le sonríe una vez más- Yo sé que la gente es capaz de cambiar. Puede que tú ya lo hayas hecho.
II
Ayleen descansa en una de las tumbonas que queda al lado de la piscina de la residencia. Le parece que hace un día demasiado bonito como para pasárselo encerrada en su habitación, así que se ha llevado los apuntes de bioquímica consigo y allí los está leyendo, si bien realmente no les está prestando demasiada atención. Su mente no deja de viajar a la noche anterior, y de su rostro no se ha borrado la sonrisa.
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TESTIGOS DE LA LUNA
RomansaAyleen Miller se muda a una residencia de estudiantes en Chicago para empezar sus estudios en medicina. Ayleen llega a Chicago convencida de que sus años de universitaria van a ser los mejores de su vida, pero no tiene ni una leve idea de lo que pu...