CAPÍTULO 6: "Ascensor"

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Me revolví incomoda al notar que los brazos de Charles no me soltaban, y más aún con el pasar de los minutos. Pero de alguna manera, me gustaba que intentara contenerme. Se comportó bastante bien cuando Cameron le contó cómo pensó el que se dieron las cosas entre nosotros. Pesando en la forma que opta por ser siempre Charles, creo que me había esperado mucho más a que él se riera de mí, a que me defendiera.

Okey, analicemos como se dieron los hechos el día de hoy:

1) Por la culpa de Charles, me manché entera de licuado de frutilla, y él se ofreció a que me bañe en su apartamento y además, prestarme ropa.

2) Cuando salí de ducharme, me encontré con Cameron y Charles hablando de mí sentados en el sillón.

3) Me di cuenta de verdad que Cameron tenía una idea totalmente diferente de lo que fue nuestra relación.

4) Le dije todo lo que nunca pude a Cameron.

5) Luego de eso, no soporté más y me salí corriendo del apartamento.

6) Y ahora, Charles está abrazándome mientras que el ascensor sube más lento que un caracol.

Sin poder aguantar más el momento, que para mí se hizo tan incomodo, aparté sus brazos de mí rápidamente y recosté mi espalda contra la fría pared del elevador y me quedé mirándolo como si tuviera cuatro ojos. Su expresión era confusa y algo divertida. Me enfurecí.

- ¿A qué viniste? ¿A reírte de mí? - le pregunté de mala manera.

Ahora el que parecía enojado era él. Su ceño y sus labios se fruncieron.

- Si hubiera querido reírme de ti lo hubiera hecho cuando mi primo me contó cuantas veces te metió el cuerno. - me respondió al segundo.

Si. Me pegó en mi punto débil, y debo admitir que Charles tenía razón en parte. Si hubiera querido reírse de mí, ya lo hubiera hecho hace mucho. Exactamente hace menos de cinco minutos.

¿Soy yo o este elevador no se eleva?

- Eres un imbécil. - le espeto cruzándome de brazos.

- ¡¿Imbécil?! ¡Pero si ni si quiera me estoy riendo como quisiera1 ¡Y es más, te seguí porque me pareció que estuvo mal lo que hizo Cameron! ¡Si hay una idiota aquí, esa eres tú! - me gritó.

- ¡A mí no me dices idiota, estúpido niño mimado!

- ¡Pero mira quién habla de "niños mimados"! ¡La reina de los caprichos!

- ¡¿Por qué no vas a hacerte un análisis de clamidia! - no sé que tenía que ver aquello, pero por alguna razón simplemente lo dije.

Me miró con los ojos como platos y juro que me estaba insultando de punta a punta en su mente. De la nada se puso de pie de un salto y yo hice lo mismo.

- ¡Me voy de aquí! - gritó presionando un botón que nunca había visto del ascensor.

De la nada el ascensor de revolvió fuertemente y se escuchó un fuerte ruido de un metal raspando algo, lo que supongo era la pared. El ascensor de detuvo por completo y las luces del mismo se apagaron, dejándonos solo con una luz roja de emergencia más el sonido de un pitido totalmente insoportable.

Ay, por Dios, esto no me puede estar pasando, no a mí, no ahora, menos con Charles aquí al lado mío.

- ¡Esto no puede estar pasando! - Charles gritó golpeando la pared metálica del ascensor.

Yo empecé a sentir que me ahogaba, que me faltaba el aire y que las paredes se estaban cerrando, dejando así un pequeño espacio, demasiado reducido para dos personas.

El nieto de la Sra. Robertson ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora