CAPÍTULO 41: "Un gran error"

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(Recomiendo escuchar la canción mientras lees el capítulo o solo en la última parte cuando aparezca una X)

POV CHARLES

Hay veces en la vida que te toca ser dañado, y otras veces, dañar.

No es nada difícil decir que el que dañó esta vez fui yo. Y dañé tan fuerte y profundamente, lo arruiné tanto que me dañé a mí mismo, porque no solo había lastimado a algo que amaba, me lastimé a mí por amarla tanto.

Esa mañana cuando abrí los ojos me di cuenta que amar es peligroso, es un acto suicida, y hay algunos que intentan suicidarse y se arrepienten de esa decisión cuando no lo logran, pero desgraciadamente no hay muchos que puedan arrepentirse. Eso es el amor: suicidio.

Mis ojos se abrieron lentamente por el sol que entraba por la ventana, y maldecí internamente por el dolor de cabeza que tenía, por el dolor de espalda y porque lo primero que me vino a la mente fue el horroroso encuentro de Scarlett con su padre, de las últimas palabras que me dijo.

Suspiré y tiré la cabeza hacia atrás en la cama, pero me di cuenta que no estaba yo solo acostado en ella. Miré a mi costado y ahí estaba Sophia, con el cabello revuelto y las sabanas cubriendo su cuerpo desnudo.

En ese instante mi respiración se detuvo, el aire ya no llegaba a mis pulmones, la sangre había dejado de correr por mis venas y sentí, verdaderamente sentí que mi corazón se partía. Era un dolor tan fuerte el que sentía en mi pecho que estuve seguro de que ese era el dolor de un corazón roto. Fue horrible.

Me puse de pie rápidamente y salí de la habitación en la que estaba solo vestido con un bóxer. Fui caminando rápidamente a la cocina con un nudo en la garganta que resultaba insoportable. Me serví un vaso de agua y traté de aclarar mis recuerdos.

Unas botellas de alcohol estaban tiradas en el piso en frente del sofá en dónde estaba dormido Cameron, sin camiseta y con dos chicas acostadas encima de él, dormidas también.

Todo llegó a mi mente como fotografías, aunque muy confusas, habían cosas que no lograba entender del todo, pero lo único que quería aclarar de verdad era si yo me había acostado o no con Sophia. Y el recuerdo de ella tirándose encima de mí y besándome con furia me lo confirmó.

Me agarré la cabeza con las manos y apoyé mis codos en la mesada de la cocina. ¿Qué carajos acabo de hacer? ¿Qué mierda he hecho?

Todo esto tiene que ser un sueño, todo esto tiene que ser un maldito sueño.

Empecé a desesperarme, los ojos me ardían y lo único que pasaba una y otra vez por mi mente era el rostro de mi Scarlett. Todos los momentos que hasta ahora vivimos juntos, ella riendo, sonriéndome, besándome, arrugando la nariz, cantando a todo pulmón en el auto, leyendo, las veces que la veía caminar por los pasillos del instituto, la forma en la que me miraba. Y supe que había arruinado todo, que ya todo estaba perdido.

Me odié a mí mismo, me detesté tanto en ese momento y sabía que no había nada que podía hacer al respecto, porque lo hecho, hecho está.

Quería gritar, pero no tenía voz. Me sentí tan impotente, tan estúpido, tan desgraciado, tan jodido, y cuando golpeé la mesada de la cocina con mi puño de alguna manera sentí que me tranquilizaba, así que repetí la acción una y otra vez hasta que mis nudillos empezaron a sangrar y a tornarse morados.

Lo único que sentía en mi pecho era una opresión. Una horrorosa opresión que no tenía planeado irse en mucho tiempo. Sentí que quería llorar, pero las lágrimas no salían.

No supe que hacer aparte de correr a mi habitación y vestirme, ni siquiera me lavé los dientes ni la cara cuando salí de mi departamento. Tenía que salir, necesitaba aire fresco y tenía, obligadamente, que encontrar la maldita forma de explicarle todo esto a Scarlett.

El nieto de la Sra. Robertson ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora