CAPÍTULO 36: Feliz cumpleaños #2

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CHARLES

Abrí los ojos lentamente por los rayos de luces que se colaban por las cortinas de mi habitación. Por alguna razón me dolía demasiado la muñeca, hice una mueca de dolor cuando la moví a penas. Mis ojos se iban adaptando de a poco a la luz, porque al parecer era mucho más temprano de lo que yo había planeado despertarme. No había ni un sonido por el apartamento, ni un alma, lo único que podía escuchar era mi respiración, y la de otra persona al lado mío.

Era la primera vez en mi vida que dormía con alguien en mi habitación, en mi cama, sin haber hecho nada antes de simplemente dormir. Mis ojos examinaron cada pequeña facción de su rostro, maldita sea, es hermosa, es la mujer más hermosa que hay en todo el universo, y está a mi lado, está durmiendo plácidamente a mi lado. Sus piernas estaban enrolladas con las mías, y uno de sus brazos me rodeaba el torso desnudo. Ella estaba ahí, dormida, sin si quiera darse cuenta de lo hermosa que es por las mañanas, de lo feliz que me hace.

Y hay algo sumamente importante en este día, y es que... es su cumpleaños. Scarlett cumple diecisiete años. Y la primera persona que verá al despertarse seré yo, y el primero que le dirá feliz cumpleaños, seré yo.

Me estiré en la cama y con una profunda respiración me acerqué más a ella. La abracé más fuerte, pegando su cuerpo al mío con delicadeza. Scarlett se quejó por lo bajo y escondió su rostro en mi cuello. El aroma de su cabello me inundó las fosas nasales, y su cabello me hacía cosquillas. Sonreí mientras la sacudía un poco.

--- Scar...--- susurré. Ella hizo un sonido raro con su boca y reí lo bastante fuerte como para hacer que ella sonriera. -- Hay que levantarse...

---- Mmmm.... No quiero. -- su voz estaba rasposa.

---- Vamos, nena. --aparté un poco mi cabeza para poder verla a los ojos. Los tenía cerrados. -- Abre los ojos. -- le pedí. Después de unos segundos, los abrió. Su mirada estaba clavada fijamente en la mía, sus ojos oscuros brillaban y destilaban vida. --- Feliz cumpleaños, nena. -- susurré con una sonrisa en la comisura de mis labios. Cerró los ojos al mismo tiempo que sonreía y estiraba sus brazos.

Volvió a esconder su cabeza en mi cuello y se aferró a mi como una salamandra; una de sus piernas rodeaba mi cadera, y uno de sus brazos me apretaba contra su cuerpo. Sentí sus labios depositar un pequeño beso en mi cuello, y un escalofrío me recorrió de pies a cabeza. Besé su cabeza y nos quedamos en esa posición unos minutos más, hasta que decidí hablar.

--- ¿Qué quieres hacer hoy?

--- La verdad, nada. -- fruncí el ceño por su respuesta --. Es Navidad, muchas cosas no puedo hacer.

--- Claro que puedes. Es Navidad, pero también es tu cumpleaños. -- dije --. ¿Con quién pasarás las fiestas? -- Sentí como se encogía en mis brazos, y supe que había sido un mal momento para hacer esa pregunta.

--- Mamá no está. Mis primos volvieron a Italia por la fiestas, y todos pasarán Navidad con sus familias. Supongo que sola. --- se encogió de hombros, como si no le importara el hecho de pasar sola este día, aunque yo sabía que por su tono de voz, le dolía muchísimo.

--- ¿Sóla? -- pregunté con el tono falsamente ofendido. Sus ojos se volvieron a encontrar con los míos. --- No estarás sola nunca más. No ahora que me tienes a tu lado.

Tras esas palabras, acercó sus labios lentamente a los míos, y me besó con tanta delicadeza que sentí que podría morirme en ese mismo instante a causa de la ternura que me generaba. Me gusta, me gusta demasiado y no sé como lidiar con esto. Tengo esa sensación en le pecho que no me permite estar demasiado tiempo lejos de ella. Es mi todo: el aire que respiro, mi corazón, mi mundo, mi vida... Se había convertido en mi eje desde que apareció en mi vida.

El nieto de la Sra. Robertson ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora