el diario de una chica invisible

día en el hospital.

Esta mañana el despertar me di cuenta que estaba en un cuarto completamente blanco.

Yo no sabía dónde estaba. por un momento pensé que había muerto que el cuarto blanco donde me encontraba era un tipo de purgatorio.

La verdad no recordaba nada de lo que había sucedió la noche anterior solamente recordaba que luego de cortarme e ingerir un frasco lleno de pastillas para dormir perdí el conocimiento.

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Esta mañana me desperté con un inmenso dolor de cabeza y unas inmensas ganas de vomitar.

Me encontré en un cuarto completamente blanco, estaba acostada en una camilla.

De repente un hombre alto con aspecto masculino entró por la puerta de esa habitación.

Yo me sentía demasiado confundida ya que no sabía qué había pasado conmigo.

cuando el hombre de piel blanca entró a la habitación puede darme cuenta que era un doctor Por ende yo estaba en un hospital.

—Hola jovencita ¿como amaneciste? —preguntó el doctor Santamaría.

—Con un dolor de cabeza insoportable —le respondí.

—Bueno ahí tienes las consecuencias de tus actos. —dijo el doctor en un tono serio.

El doctor me hizo unas revisiones y me informó nuevamente yo tendría que retomar mis terapias.

Solamente asentí e inicié a rogar al cielo qué mis terapias fueran nuevamente con Lorena. Ya que por esas fechas Lorena volvería de su viaje de Rusia.

Los doctores entraban y salían de la habitación en la cual yo estaba. Era un tanto estresante ya que yo sentía un gran cansancio.

—¿Como te sientes? —preguntó una enfermera muy amigable.

—Cansada quisiera poder dormir pero no puedo —respondí con desánimo.

—Quisiera poder ayudarte pero debido a tu situación no puedo hacer mucho para ayudarte ya que podrías tener efectos contraproducentes —dijo brindándome una sonrisa.

Solamente asentí y sonreí. La enfermera salió de la habitación prometiéndome que me traería algo para vencer el aburrimiento.

La soledad era la única que me acompañaba en ese momento, coloque mis audífonos e hice sonar la canción «aunque no estés aquí de ha Ash»

—Me preguntó como llegué aquí —me dije a mi misma.

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—Rachell ¿estas ahí? —preguntó mi hermano.

El no recibía ninguna respuesta. La preocupación se hacía presente en el.

—¡Rachell abre la puerta! —dijo nuevamente.

El silencio se hacía presente la agonía invadía a mi hermano el tenía un mal presentimiento.

En ese momento bajo a traer las llaves.

Al abrir mi habitación alcanzó a ver una nota en mi mesita de noche

"Quien sea que lea esto.

Si eres tu madre. Quiero pedirte perdón por no ser la hija que tu deseabas, entiendo la vergüenza que te causa ser mi madre; no te culpo yo tampoco estaría orgullosa de mi.

Perdón por esas veces que te saqué canas verdes, se que muchas veces te decepcione pero no te preocupes madre, llegó la hora.
Se acabo todo esto...