Capítulo VI. Miradas

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"Dale vida a tus sueños que alimentan el alma, no los confundas nunca con realidades vanas. Y aunque tu mente sienta necesidad humana, de conseguir las metas y de escalar montañas, nunca rompas tus sueños, porque matas el alma.

Dale vida a tus sueños aunque te llamen loco, no los dejes que mueran de hastío, poco a poco, no le rompas las alas, que son de fantasía, y déjalos que vuelen contigo en compañía.

Dale vida a tus sueños y, con ellos volando, tocarás las estrellas y el viento, susurrando, te contará secretos que para ti ha guardado y sentirás el cuerpo con caricias, bañado del alma que despierta para estar a tu lado.

Dale vida a los sueños que tienes escondidos, descubrirás que puedes vivir estos momentos con los ojos abiertos y los miedos dormidos, con los ojos cerrados y los sueños despierto."

Mario Benedetti (Dale Vida a los Sueños)

Anne:

Por varios minutos me quedo observando esos ojos grises, son oscuros, imponentes, seductores. Su mirada es una mezcla fascinante que invita al pecado, al deseo, pero a la vez es enigmática, tiene un no sé qué en ella que me mantiene hechizada.

Rompo el aura enigmática en la que estamos sumergidos los dos, ya que me suelto de su agarre y salgo corriendo en dirección a mi prima, o mejor dicho al auto. Quiero salir de aquí lo más rápido posible.

Llego al auto y el rubio baboso está sentado en mi asiento, observando todo lo que tiene el vehículo como si fuera de otro planeta, ruedo los ojos, estoy cansada de este día de mierda. Savannah en cambio le habla y dice muchas cosas, supongo. Ella mueve las manos de forma divertida y mi obstinación como que crece con cada minuto que avanza el día.

―¿Será qué te puedes bajar de mi auto? ―Le digo algo molesta al idiota de Xanthus. Su mirada es divertida, no creo que haya notado la molestia en mi voz, y si la ha notado se está haciendo el idiota.

―Claro, sirena... ―Veo que sale del vehículo y me hace una reverencia para que me suba, él al verme adentro cierra la puerta y antes de retirarse se acerca a ella y como los vidrios están abajo en un susurro, muy cerca de la oreja, me dice― Cuídate esas mejillas... mira que si hoy se encendieron así no me quiero imaginar como Dom las hará arder en un futuro.

Abro los ojos sorprendida, este par de hombres estuvieron hablando de mí hace un rato.

―¡Imbécil! ―Grito haciendo que se aparte de mi auto. Él solo sonríe satisfecho como corroborando que lo acaba de decir de alguna u otra forma va a ocurrir.

Enciendo el vehículo y salgo del lugar. Savannah me observa en silencio, lo sé porque siento su mirada que no me ha abandonado desde que le grité al idiota de Xanthus en las afueras del galpón.

Al principio estoy algo desorientada, estoy perdida en el lugar, pero a los pocos minutos de haber rodado llego a la circunvalación que me llevará a la casa de mis padres. Suspiro profundo, hay algo de tráfico y el trayecto se hará más largo de lo normal.

Giro por un momento y observo a Savannah, su mirada está apagada. Frunzo el ceño, qué tendrá.

―¡Sann! ―Ella levanta su cara cabizbaja y centra sus ojos en mí― ¿Qué tienes? ―Pregunto bastante calmada y tranquila. Savannah vuelve la vista y comienza a remover sus manos nerviosa, está pensando que decir―. Habla Savannah, di lo que quieras.

―Estás molesta... ―ella afirma mientras retomo la lenta y pesada marcha. Masajeo mi cabello porque no es solo el hecho de estar molestar, si no los nervios porque nos haya pasado algo en ese lugar y sumado a ello, la desilusión por enterarme de que a Dom no le gusta mi prima, si no yo― Lo siento Reina, prometo no inmiscuirte en algo así de nuevo.

Tú, Sabes Bien ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora