"Y debo decir que confío plenamente en la casualidad de haberte conocido. Que nunca intentaré olvidarte, y que si lo hiciera, no lo conseguiría. Que me encanta mirarte y que te hago mía solo con verte de lejos. Que adoro tus lunares y tu pecho me parece el paraíso. Que no fuiste el amor de mi vida, ni de mis días, ni de mi momento. Pero que te quise, y que te quiero, aunque estemos destinados a no ser."
Julio Cortázar ― Rayuela.
Anne:
Tengo calor, el espacio en el que estamos metidos, los dos, es pequeño, oscuro y húmedo. Ni siquiera sé que coño hacemos aquí, pienso. No sé porque pero comienzo a sentir una sensación de ahogo, creo que estoy entrando en una crisis por estar encerrada en este lugar, sumado a ello los nervios por saber donde está Sann no ayudan a mitigar lo que siento, todo lo contrario, incrementa más y más la extraña sensación.
Creo que Dom ha notado mi malestar ya que se acerca y sin siquiera pedirme permiso me toca con la palma de la mano la frente, sé que estoy sudando, siento la humedad en mi piel, pero intento controlarme lo mejor que puedo.
―¿Anne estás bien? ―Niego, no me siento nada bien.
―Quiero irme, sácame de aquí por favor. Siento que me estoy ahogando ―noto como parpadea un par de veces, asiente y toma su teléfono, le marca a alguien y habla muy bajo, casi en un susurro.
No sé que le dice, sólo sé que hace muchos gestos con las manos, mueve los ojos varias veces, parece exasperado o molesto, en realidad no me importa, pienso.
Tenemos varios minutos aquí, quizás unos veinte minutos, ya no se escuchan las voces que se oían hace tan solo unos segundos, parece que todo ha quedado en silencio.
Dom se acerca a la puerta, abre solo un poco y observa. Mientras él comprueba quien sabe qué, yo le pido a una legión de ángeles de que no haya nadie allá afuera porque si no lo más seguro es que me caiga como la propia idiota producto del desmayo.
Noto que él abre la puerta en su totalidad, eso me dice que mis plegarias hacía el cielo han sido escuchadas. Al sentir el aire que entra al espacio suspiro profundo, siento la piel pegajosa producto del sudor, abanico mis manos para darme un poco de aire y comienzo a caminar, él me ofrece la mano, mi mirada va de su mano a sus ojos, no la quiero aceptar pero mi interior me dice otra cosa, deseo tomarla.
Dom como ve que no hago nada me toma la mano y hala mi cuerpo con fuerza, él comienza a caminar y yo lo sigo como media atontada.
―¡Oye! ―Lo llamo, pero él no me hace caso― ¡¿Dom?! Vas muy rápido ¿Para dónde vamos?
―¿Cómo qué para dónde niña rica? Te dije que te iba a sacar de aquí y lo haré ―no me gusta el tono de su voz, eso me hace fruncir el ceño y detenerme.
―Eres un idiota. ¿Por qué coño me dices esas cosas?
―Anne, lo más importante es que salgamos de aquí, no es seguro que estemos aquí abajo. Así que por favor... Sigue caminando ¿Sí? ―Su tono de voz ha bajado un poco de decibeles, igual estoy molesta, acaso tener dinero es un pecado, o peor aún que culpa tengo yo de que mis padres tengan dinero, que estupidez más grande es esta y pensar que Savannah le puso los ojos a este imbécil.
Sigo la marcha, él tiene toda la razón del mundo, yo me voy de aquí como sea. Dom abre una puerta y la luz me encandila, utilizo mi mano para tapar un poco los rayos del sol y después de parpadear un par de veces salgo al exterior.
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Tú, Sabes Bien ©
Ficção Adolescente¿Qué sucede cuándo el amor no es el problema? ¿Qué pasa cuándo el sentir te doblega? ¿Qué ocurre cuándo desafías las reglas? Soy Anne Lyse Elizabeth Truswell Sharman, nací en la tan renombrada Élite Inglesa, aquí todo funciona por medio de reglas, p...