Capítulo XXV. Tensión.

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Canción: "Only Love Can Hurt Like This" (Sólo el amor puede doler así) By Paloma Faith

"Lo tuyo no es amor. Sopesaste un par de cosas y viste que yo era buena chica y que podía servirte... Pero el amor no es eso, ¿entiendes? El amor no es como hacer las cuentas en el colmado. El amor es cuando haces una locura, como esa inscripción en el puente. "Tú y yo... A tres metros sobre el cielo." Eso, eso es amor."

Federico Moccia – Tengo Ganas de Ti.

Anne:

Estoy feliz. Al fin y después de nueve días ―no diez como dijo el paramédico―, mamá me retiró los puntos que tenía en la parte superior de mi pie. En realidad no eran dolorosos, pero sí muy incómodos. La piel se mantuvo templada todos estos días.

Esa noche, después que los chicos nos dejaron ―a Sann y a mí― en casa, mis padres nos dieron el regaño del siglo. Las cosas empeoraron cuando vieron la herida en mi pie, mamá me dijo de todo y papá la acompañó en su intenso discurso. De mi parte no emití ningún comentario, esperé todo el momento callada y sin profesar media palabra, es lo mejor en estos casos. Sann, en cambio, intentó decir más de una cosa y que mamá interrumpió en todo momento. Yo le hice señas con la mirada para que guardara silencio pero nada que ver, la muy terca seguía insistiendo que la dejaran hablar. Luego de un buen rato nos dejaron libres ―para subir a la habitación―.

Lo primero, castigadas como niñitas de diez años. Quedé sorprendida cuando me quitaron las llaves de mi auto. Segundo, cero galas y fiestas de ningún tipo y, tercero, si llegaba a suceder algo similar papá tendría una conversación bastante fuerte con nuestros novios. El castigo fue el mismo para las dos así que no veo a mi prima desde ese día, solo hablo con ella por el móvil y algunas veces por chat.

Sann estuvo enardecida por varios días con mis padres, y creo un poco, conmigo. Dijo que no la ayudé en nada. Sinceramente no soy persona de sostener discusiones por muchas horas, aprendí que para discutir se necesita de dos o más, así que me defiendo cuando sé que tengo la razón y es lógico que está vez hicimos las cosas muy mal, por eso preferí callar y ya.

Hablé con Dominik, porque ―prácticamente― me molestó el hecho de que no podría verlo por al menos una semana. Me extrañé bastante cuando me dijo que me quedara tranquila. Sé que algo estaba cocinando su cabeza y lo corroboré dos noches después de nuestro castigo.

Dom entró en mi habitación pasada la medianoche para quedarse conmigo por varias horas, y eso es lo que ha hecho todas las noches. No sé como lo hace, burla la seguridad, escala y entra por el balcón. No me dice la hora, ni siquiera me confirma si va a venir o no, lo cierto es que hay noches que caigo rendida y despierto porque está besando mi cuello u otro lugar de mi cuerpo. Sus labios, el calor de su aliento y las caricias de sus manos no sólo despiertan mi mente, irremediablemente, enciende mi cuerpo.

Hoy es el noveno día de mi castigo, sigo sin auto y ando vagando por los pasillos de la casa. En dos días comienzo la universidad y mamá dijo que en ese momento me entregaría las llaves de mi vehículo.

Qué cosa más tonta, de verdad que mis padres se volvieron loco. Creo que es la primera vez que hacen esto. Ni que fuera una niña, se supone que tengo diecinueve años por Dios...

Estoy aburrida de estar aquí así que busco a los gemelos por todos lados pero no los consigo. ¿Dónde carajos estarán metidos estos dos? Pienso.

Abro las puertas de la sala de juegos y no los veo por ningún lado. Camino al estudio de papá. Entro y veo a Patrick pegado al portátil de mamá. Me observa con sus llamativos ojos azules, guiña un ojo así que sigo caminando hasta estar cerca de él.

Tú, Sabes Bien ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora