"Te quiero como para invitarte a pisar hojas secas una de estas tardes. Te quiero como para salir a caminar, hablar de amor, mientras pateamos piedritas. Te quiero como para volvernos chinos de risa, ebrios de nada y pasear sin prisa las calles. Te quiero como para ir contigo a los lugares que más frecuento, y contarte que es ahí donde me siento a pensar en ti. Te quiero como para escuchar tu risa toda la noche. Te quiero como para no dejarte ir jamás. Te quiero como se quiere a ciertos amores, a la antigua, con el alma y sin mirar atrás"
Jaime Sabines.
Anne:
Viéndolo de otro modo, creo que ganaré una moto por un año. Una bella Yamaha negra que ni tengo la menor idea cual modelo específico es. No sé nada de motocicletas, lo cierto es que desde ese día ―en el que comenzó la apuesta― hasta hoy, ha transcurrido doce tranquilos días sin que Dom aparezca.
Por tal motivo llevo las delanteras para ganar, o mejor dicho, mantener una moto en mi casa ya que ni loca voy a subirme en esa cosa.
Se supone que mañana estoy de cumpleaños y que en dos semanas más ―Savannah y yo― partimos a New York, a casa de mi tía Vale con la intención de celebrar mi cumpleaños número diecinueve.
Sann ―como siempre― aceptó la idea más que eufórica. Hasta elaboró un cuaderno con los lugares que visitaremos durante nuestra estadía y las cosas que quiere hacer estando en New York, así como la ropa de última temporada que desea adquirir.
Quiero ir, quiero hacer el viaje. Es algo que había planeado en mi mente desde hace un buen tiempo. Sin embargo hay una sensación bastante extraña cosiendo mi interior. Algo inexplicable quizá.
No voy a negar que he pensado mucho en él, que miro mi teléfono como niña tonta un millón de veces a la espera de que consiga un mensaje, llamada perdida o algo que me diga dónde está metido. Sé que está bien porque Savannah me lo ha dicho ya que ella mantiene contacto a diario con él, y el saber eso me pone de peor humor.
Pero seamos sinceros, soy una persona bastante orgullosa y no pienso marcar ni un solo dígito de la pantalla táctil de mi Smartphone para ―ni siquiera― escuchar la voz de Dom. Eso nunca.
Prefiero quedarme sin uñas de tanto morderlas y morir de la intriga, o en su defecto aceptar que esto es imposible porque la sociedad a la cual pertenezco es demasiado complicada y porque ―hasta un ciego lo notaría―, yo no soy mujer para él, yo no tengo la experiencia que a leguas se ve, posee Dom.
Estas dos últimas noches me he preguntado por qué coño acepté esta bendita apuesta y luego recuerdo que los Hamilton ―padre e hijo― lograron cambiar las leyes y el sistema se ha flexibilizado de tal forma que cada miembro de la élite podamos escoger con libertad a aquella persona que nosotros llamamos Agapi ―dentro y fuera de nuestra sociedad―.
Eso no me preocupa, sin embargo no puedo olvidar que mi abuelo fue unos de lo que votó en contra de esa decisión, ya que él mantiene las normas antiguas, de por sí mi abuelo comprometió a mi madre sin ni siquiera preguntarle lo que quería. Borrando de su mente que esa tonta e inequívoca tradición había sido anulada por todas las cosas que hicieron Abby y Willian Hamilton en su época luchando por un amor verdadero.
Me quedo por unos minutos acostada en la cama, con la vista fija en el techo de mi habitación. Recordando cosas que no debo y que me aceleran el corazón a millón.
―Maldita sea. No debería pensar en ti Dom. Eres nocivo para mi cerebro y tóxico para mí organismo ―digo en voz baja mientras los minutos pasan lentamente.
Mi teléfono comienza a sonar y su sonido me hace saltar de la cama. El aparato cae en el piso ya que lo tenía en el pecho y ni siquiera me había fijado en ello.
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Tú, Sabes Bien ©
Teen Fiction¿Qué sucede cuándo el amor no es el problema? ¿Qué pasa cuándo el sentir te doblega? ¿Qué ocurre cuándo desafías las reglas? Soy Anne Lyse Elizabeth Truswell Sharman, nací en la tan renombrada Élite Inglesa, aquí todo funciona por medio de reglas, p...