EPÍLOGO - 1ra. Parte

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Canción: Ya lo había vivido de Franco De Vita ft. Gusi & Beto

"Un hilo invisible conecta a aquellos que están destinados a encontrarse, sin importar el tiempo, el lugar, ni la circunstancia...

El hilo se puede estirar o enredar, pero nunca se romperá."

Sir Muse. Proverbio Chino.

A mis 10 años, Dominik...

Papá y mamá discuten a diario.  Ella se queja de la falta de dinero, de las grietas en las paredes de la casa, el por qué Mady no ha aprendido a usar correctamente la bacinilla para ahorrar el gasto de los pañales.  Cada día que pasa es peor, si ordeno mi habitación me dice que está mal hecho si no lo hago me regaña por no seguir sus órdenes.

Mi hermana llora muchísimo, tanto, que algunas veces me duelen hasta los oídos por escucharla llorar y gritar a todo pulmón. 

Tengo solo diez años y mi padre siempre dice que parezco de más edad.  He notado que soy mucho más alto que los chicos de mi edad, eso incluye a mi amigo Cooper, y que algunas cosas que ellos hacen no es llamativa para mí.  El molestar a las niñas más pequeñas o, fastidiar la clase, sobretodo la de matemática, aventando tacos de papel y haciendo escándalo, no me es nada agradable, mucho menos divertido.

Debo entrar a casa pero, siento un poco de temor.  Mi profesora colocó una nota en el cuaderno que debe ir firmada por mis padres, por los dos.  En ella dice que tengo que asistir a un psicólogo infantil ya que cada día nota que estoy cada vez más silencioso y poco amigable, así como mis calificaciones han disminuido considerablemente.

Entro y escucho a mamá que mueve trastos en la cocina.  Mady está en su corral así que paso frente a ella y la saludo.  Tiene pocos dientes y al verme sonríe, toco su cabello rubio y sigo mi camino. 

Traspaso la pequeña puerta doble de la cocina y ahí la veo.  Aspiro con profundidad.  En la estufa debe haber frijoles, quizá un poco de arroz.  Sonrío, no siempre podemos comer así.  A veces solo hay arroz con otra cosa más sencilla y otras tantas frijoles solos acompañados de agua.

―Mamá ―La llamo más no gira su cuerpo.  Solo hace un sonido con su voz que me indica que me escuchó―.  Mira ―Le acerco el cuaderno para que lo lea.

―¿Qué es eso, Dominik? No tengo ganas de leer ―responde de mala gana.

―La profesora dice que debo ir a un psicólogo de niños.

―¡Quién sabe qué mierda habrás hecho que te mandaron para allá! ―Grita y a la vez me aparta con un manotazo.

―Mamá no hice nada.  Lo juro ―Mis ojos se empañan.  Es cierto, no he hecho nada malo.  Solo que no hablo mucho con mis compañeros.

―Ahhh ―vuelve a gritar― vete al carajo.  No tengo ganas de discutir contigo.  Todo lo que haces, lo haces mal.

Me limpio las lágrimas y salgo de la cocina.  Parece que mamá jamás confiará en mí.  Guardo de nuevo el cuaderno en mi mochila y camino hasta el corral de Mady.  Cuando papá llegue hablo con él, siempre ha sido más comprensivo que mamá.  De inmediato Mady extiende sus brazos para que la cargue, hago mi mejor esfuerzo para sacarla de allí ya que es bastante gordita.  Cuando la tomo, noto que su pañal está pesado, así que la llevo hasta arriba y le cambio el pañal por uno seco.

Hay que aplicarle algunas cremas porque su pequeño trasero está algo rojo.  Mis padres discuten también por eso, papá alega que mamá no la cuida bien y ella dice que es producto de su sobrepeso.

Tú, Sabes Bien ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora