Tú, Sabes Bien ©

Capítulo Especial. El calor de tus brazos...

Canción: Not Today ― Imagine Dragons

No tengo la más mínima idea, pero es evidente que debo arreglar mi vida, decidir qué haré con mi futuro, y de una vez y para siempre resolver la relación de Xanthus y mi persona. Esto se ha vuelto tóxico, insano, asfixiante... Algún apelativo más terminaría por explotar mi cabeza, por hacer que mis neuronas, así como mi cerebro, terminase de salir por mis oídos.

No puede ser, que tras casi una década de relación, tras tortuosas y dolorosas separaciones sigo volviendo con él, sigo aceptando que tuvo una niñez dura, una adolescencia crítica y que soy su punto de equilibrio en el planeta tierra. A veces pienso que me maneja a su antojo, otras tanta creo que la única responsable soy yo, porque cuando lo veo mal, triste, hasta desarreglado, como hace una semana, el corazón se me estruja de tal manera que termino aquí, en su apartamento, dejando que haga conmigo lo que quiera, descargando su impotencia, deseo, frustración con mi cuerpo, agotando mi mente de sexo, sexo y más sexo. Dejando de lado que soy una mujer adulta, con una carrera universitaria a cuestas, con otros sueños, diferentes aspiraciones, mayores anhelos para complacerlo a él.

―Anda, nena... córrete para mí, Nicy... Tan solo uno más... ―susurra muy cerca de mi oreja.

―Solo uno y por favor me dejas descansar, Xanthus ―expreso con voz entrecortada.

Estoy aprisionada bajo su cuerpo, con la mejilla pegada del colchón, mi espalda hace contacto con su pecho desnudo, sus manos entrelazando las mías, que se mantienen apoyadas en la cama y con las rodillas flexionadas para darle acceso a mi interior como le plazca. En una posición que a ambos nos enloquece por la profundidad y el sentir del momento.

No me quejo. Nuestra forma de tener relaciones sexuales jamás fue convencional. Cosa que descubrí con el transcurso de los años, ya que Xanthus fue el primer hombre de mi vida, y quizá todo eso influyó para convertirme en una mujer demasiado exigente a la hora de amar y experimentar. Tampoco es que he pasado por una larga lista de hombres, sin embargo en los momentos que estuvimos separados, con lejanías de cinco, seis y hasta siete meses, he salido con otros chicos, y evidentemente, ninguno es capaz de llenar mis expectativas, o más sencillo aún, porque el único que me hace jadear, gemir, suspirar de placer es él, porque conoce cada punto sensible de mi cuerpo, así como su voz es la que enciende mi sistema, altera mis neuronas y me hace pensar en cosas sucias y perversas.

Él sabe lo que necesito, y como lo necesito. No me ve como una muñeca de porcelana capaz de quebrarse por el simple hecho de tocarla, sino que me ve como una mujer dispuesta a sentir con libertad, y experimentar a más no poder.

Xanthus, no ama de forma sencilla, o tranquila. Sino lo hace así como es él, rudo, intimidante, fuerte. Le gusta el sexo duro, intenso, donde mantenga el dominio de la situación, donde me genera orgasmos tan profundos que hasta las lágrimas pueden brotar de mi ser producto de ellos. No es de esos hombres que necesiten golpear a una mujer, ni nada de esas cosas, pero, evidentemente si utiliza el sexo para descargar mucha energía y canalizar toda esa adrenalina que muchas veces nubla su cabeza.

Eso, hasta cierto punto, está bien. Fue lo primero que conocí en el ámbito sexual, sin embargo, a veces deseo tranquilidad, que si bien me tome de la manera que lo hace, le baje un poco la intensidad al momento y me ame con suavidad y calma, con dedicación y esmero. Que me regale espacios donde solo me acaricie y bese mi cuerpo con lentitud, muy pocas veces lo ha hecho, tan contadas y exactas que me sobran dedos de las manos. Creo que los seres humanos deben mantener un equilibrio, y si bien no me gusta para nada esos hombres que parecen un trozo de carne tirado en la cama, a los cuales les falla imperiosamente la imaginación, pues hay días que necesito paz, y mi tiempo con Xanthus jamás tiene esa pequeña palabra inmersa en el.