Capítulo XXXI. Por y Con Amor.

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Canción: Close Your Eyes (Cierra Los Ojos) by Michael Bublé

"Todo lo que hicieron desnudos, era amor.  Amor del alma de la cintura para arriba y amor del cuerpo de la cintura para abajo"

Gabriel García Márquez.

Anne:

Leo una y mil veces el papel en el que sale el resultado de mi embarazo.  Es una sensación extraña, parece que se combinarán un sin fin de sentimientos en mi interior; temor, incertidumbre, dudas, tristeza y hasta un poco de ira. 

Tengo seis semanas de embarazo, de las cuales no sentí nada de nada, en absoluto.  Ni naúseas, ni dolor en los pechos, menos irritabilidad o cualquier otra queja.  Solo un poco de angustia por un leve retraso en mi menstruacción y que desapareció del todo al momento de ver mi sangrado mensual, de eso ha pasado unos diez días.

El dolor ha disminuido un poco producto de una carga fuerte de analgésicos que me han administrado.  Por un segundo creí que iba a desfallecer, es tan potente lo que se siente que no se lo deseo a nadie, te ataca en el vientre y a la vez en la espalda, así como en los hombros.  Quema y duele con la misma fuerza e intensidad, jamás llegué a imaginar que todo era producto de un embarazo ectópico, sopesé miles de patologías pero, es evidente que esa no la incluí.

Suspiro profundo.  No tengo temor de hablar con papá, mi preocupación es más que todo con mis abuelos, no quisiera que los viejos Truswell y Sharman se enteren de esto, y si lo hacen quiero que no interfieran en las decisiones que tomaremos Dominik y yo.  Los conozco y sé que de primera le dirán a mis padres que debo casarme o por lo menos formalizar mi noviazgo enviando la dichosa carta al Comité de la Élite, cosa que veo absurda.

Cuando envíe ese escrito, anunciando que verdaderamente conseguí a mi Agapi ―que es más que evidente quiero que sea él― deseo que ocurra en otras circunstancias.  No por un descuido del cual somos responsables los dos, no como una medida de presión para mantener el buen nombre de mi familia.  Esas cosas me parecen estúpidas, además que es mi cuerpo y yo soy la que decide por el, no un grupo de treinta hombres mayores que ni siquiera están al tanto de mis sentimientos.

Escucho la puerta y de inmediato el cabello rubio claro de papá se asoma por ella.  Doblo la hoja y la dejo descánsando en la cama del hospital.  Mamá pidió que me ingresaran a un cubículo cerrado, donde puedo tener un poco más de privacidad.

―Pasa papá ―digo en un tono algo bajo. 

Él entra, sonríe un poco y cierra la puerta.  Se acerca a la silla que está al lado la cama, y antes de sentarse en ese objeto blanco e incómodo toma mi mano para darle un beso, así como uno que deja en mi frente.  Lo observo y sonrío con ternura, no puedo negar que esto no es nada fácil decirlo porque sé que la primera reacción de un padre es sentirse defraudado, es como si decepcionaras la confianza que te han brindado durante mucho tiempo.  Mamá insistió varias veces en hablar con él, sin embargo, preferí hacerlo yo.  Creo que hay un punto en tu vida en el cual debes asumir tus actos con madurez y seriedad, por eso le pedí a mami que me dejara hablar a solas con papá.

―¿Cómo está mi princesa, ya pasó el dolor? ―asiento y hago una mueca con mi boca― Tu mamá me dijo que entrara, que querías hablar conmigo sobre lo qué tienes ―veo como rasca su nuca, parece incrédulo― ni siquiera sé porque no me lo dijo ella ¿Qué tienes bebé?

―¿Por qué no te sientas papá? ―asiente varias veces y acepta mi petición― No estoy segura si te vas a molestar conmigo.  No me arrepiento, porque lo que hice, lo hice con amor y con el hombre del cual estoy enamorada...

Tú, Sabes Bien ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora