-hermanas, la otra se llamaba Justine- concebidos (si se me permite la expresión) por el Marqués de Sade, el noble francés del siglo XVIII, libertino, escritor y revolucionario cuyas correrías sexuales escandalizaron tanto a la crème de la crème de la aristocracia francesa, que lo encerró en la Bastilla por obsceno. Aunque, visto en retrospectiva, fue un paso en falso porque, sentado en su celda, sin nada mejor que hacer que machacársela día y noche, el Marqués se sintió inspirado para crear más y mayores obscenidades. Como para darles la razón.
Durante su encarcelamiento escribió la obra más importante de la literatura erótica de toda la historia. Las 120 jornadas de Sodoma. El único libro que supera a la Biblia en cuanto a perversión sexual y violencia. Y es casi igual de largo. Por supuesto, fue el Marqués quien gritó a las multitudes, desde la ventana de su celda en la Bastilla, que debían arrasar el lugar, y así, sin darse cuenta, inició la Revolución francesa. Pero volvamos a Juliette. Es la menos conocida de las dos
hermanas. No porque sea la más discreta. No, de eso nada. Verás, Justine es un poco muermo y puritana, busca llamar la atención de forma compulsiva y se hace tanto la víctima que acabas hasta el gorro de ella. Es como esas famosas que siempre están con la cantinela de la enfermedad de la droga y la adicción al sexo, que viven pendientes de cada palabra del famoso y mediático doctor Drew, y que muestran incansablemente su virtud apareciendo en todos los realities de desintoxicación que se emiten.
¿Y Juliette? Juliette no se arrepiente lo más mínimo de su lujuriosa avidez de sexo y asesinatos, ni de cualquier placer carnal que todavía no haya degustado. Folla y mata, y mata y folla, y a veces hace ambas cosas al mismo tiempo. Además, siempre se va de rositas y nunca debe pagar un precio por sus indiscreciones ni por sus delitos.
A lo mejor empiezas a ver adónde quiero llegar. A lo mejor ya entiendes por qué este club secreto, la Sociedad Juliette, podría no ser tan inocente como aparenta.
Y si te digo que yo conseguí penetrar, con perdón de la expresión, en el núcleo de este club, ¿me creerías?
No es que yo pinte mucho allí. Estoy en tercer año de carrera. Estudio cine. No soy nadie especial. Soy una chica normal y corriente con las mismas necesidades y los mismos deseos normales y corrientes que tiene cualquiera.