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Y su ambición; las mismas cualidades personales que lo catapultaron a la cima, cualidades derivadas de una sobrecogedora fijación por su madre que deja a la altura del betún sus logros, arruina su matrimonio y, por último, destruye su vida.
Condenado por este círculo vicioso que llega hasta el fondo de su ser, el pobre y viejo Charlie muere solo y sin nadie que lo quiera, solo porque ha sido incapaz de soltar la teta de su mamá.
O, a lo mejor, no solo la teta..., porque la última palabra que Kane pronuncia con el último aliento, cuando abre el puño y deja caer esa esfera de nieve -o esa bola de cristal, o lo que sea, en la que no ha sido capaz de ver su futuro inmediato: que su vida no solo estaba jodida, sino acabada-, esa palabra, Rosebud, era, según cuenta la leyenda, una referencia velada incluida por Orson Welles al nombre cariñoso que William Randolph Hearst (el verdadero Charles Foster Kane) usaba para referirse a la vagina de su amante. Rosebud. La primera palabra que se oye en la película y la última que se ve, pintada en un trineo infantil lanzado a una caldera; las llamas van consumiéndolo y las letras van desconchándose hasta quedar en nada.
En cuanto tenemos ese bocadito de información, no volvemos a ver de la misma forma Ciudadano Kane. Oímos Rosebud, vemos Rosebud. Pensamos: «vagina».
¿Crees que Orson Welles podría estar intentando decirnos algo? Creo que intentaba decirnos esto: Charles Foster Kane era un auténtico hijo de puta. Y eso, menuda sorpresa, es el origen de todos sus problemas. Repito. La trama siempre está al servicio del personaje.
No lo olvides.
Solo como acotación al margen, hay un tipo de película, y solo uno, que no sigue esta norma. Un género que rompe de forma flagrante con esta regla. No solo la rompe sino que le da la vuelta por completo, porque puede y porque le importa una mierda: el porno. Pero no entremos ahí.
En todo caso, hablando de esta norma, me he dado cuenta de que es aplicable tanto a la realidad como a la ficción. Que no solo en las películas lo que nos ocurre depende de quiénes somos, de cómo actuamos

La Sociedad JulietteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora