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que gime. Y no lo oigo, lo siento: un grave gemido que escapa de su boca y pasa a la mía. Soy una mujer poseída. Y solo puedo pensar en tener su polla
atrapada dentro de mí y no soltarla nunca. Quiero que su polla me controle. Nunca me había sentido así, no podría estar más segura, y nunca había estado tan cachonda.
Bajo la mano a su entrepierna. Y esto es lo que me encanta de Jack. Nunca tengo que esperar a que se le ponga dura. Nunca tengo que perder el tiempo jugueteando con una polla flácida para que entre en acción. En cuanto hago un movimiento, ahí está, preparada, expectante y deseosa, como por autosugestión, dura que te cagas.
Le quito los pantalones y los calzoncillos con un movimiento frenético. Ahora tengo su polla en la mano y despego la boca de sus labios, pero solo para poder mirarlo a los ojos y decirle:
-Quiero tu polla. Quiero follarte la polla con la boca. Y no le pido permiso.
No se lo pregunto, se lo digo. No pido, tomo.
Y él no tiene elección.
Me deslizo hacia abajo a lo largo de su cuerpo, sin dejar de agarrarlo, y solo lo suelto para cambiar mi punto de apoyo. Estoy de rodillas, justo delante de él, y tiro de su pene con firmeza, como si fuera una palanca, para que quede en perfecto ángulo recto con su cuerpo, nivelado a la perfección con mi boca.
Me meto la punta en la boca, muy despacio. Cierro los labios alrededor de la punta, fuerte. Me retiro y lo provoco con la lengua. Luego vuelvo a acogerla, algo más al fondo esta vez, y voy avanzando por el falo. Me retiro. Jugueteo.
Y le digo lo que quiere oír. Le digo:
-Me gusta tanto sentir tu polla dura en mi boquita apretada. Sabe tan bien... Da tanto gusto, ¿verdad? Y no espero respuesta.
Le pego la polla al vientre y la sujeto ahí para chuparle la base de las pelotas, alrededor del escroto, girando rápidamente la lengua alrededor de los huevos, le succiono uno y luego el otro, y luego lamo el falo, como un pincel pintando un lienzo, hasta que llego a la punta. Y se la

La Sociedad JulietteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora