Pero no dice nada ni cambia nada porque, ahora que sé que he captado su atención, decido presionarlo un poco más.
-A lo mejor lo hago de todas formas -digo en el tono más despreocupado posible.
-No lo hagas -dice de nuevo, y lo dice de un modo que significa que no es algo que admita discusión. De un modo que quiere decir déjame en paz. Estiro los brazos por encima de la cabeza, luego me vuelvo
hacia un lado, solo para negarle el placer de verme los pechos, el felpudo. Quiero que me bese el culo. Y me quedo ahí tumbada, fingiendo que lo ignoro. Como si a él le importara.
Así es como están las cosas entre nosotros ahora. Nada de comunicación. Nada de cópula.
En casa, Jack es juguetón hasta cierto punto, pero por mucho que me esfuerce no logro que se interese lo suficiente para ir más allá. No consigo que me folle. Últimamente rara vez lo consigo. Está demasiado liado con el trabajo.
Jack ha trabajado mucho durante las vacaciones de verano en la oficina de la campaña electoral, y ahora que ha empezado el primer semestre, tiene incluso más trabajo. Aún menos tiempo para mí. Ya ni siquiera voy a buscarlo a la oficina.
Antes de Jack ningún hombre había logrado satisfacerme en la cama, ni de lejos. Tiene todo lo que hay que tener para ser un gran amante: es sensible, cariñoso, considerado y amable. Estoy loca por él.
Miro a Jack y pienso en Montgomery Clift en Un lugar en el sol; tremendamente hermoso, con la mandíbula cuadrada, el típico chico americano. Al menos así es como lo veo yo. Pero no es solo su aspecto. Cuando ves a Montgomery Clift en la pantalla, aunque esté haciendo algo tan normal como mirar a media distancia, absorto en la contemplación, puedes ver cómo le trabaja el cerebro. Así es Jack. Y eso me pone mucho.
Cuando Jack no está, me masturbo como una loca fantaseando con él. Con nosotros. Follando. En el despacho, cuando ya no hay nadie. Debajo de una mesa en la cafetería de la universidad. Entre las estanterías de la biblioteca. No solo cariñitos y arrumacos: Jack me folla con fuerza. Sexo obsceno y duro.
Él no tiene ni idea de esas fantasías mías, porque se me ocurren cuando no está y ni siquiera hemos hablado de ello. Pero estamos