Odio: Desearte

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Samuel

Me fui de aquel lugar dejando a Guillermo completamente solo, n podía mirarle a los ojos, sabía que lo que había hecho era terrible y me pesaba en el pecho como una piedra. Claro que había disfrutado aquel encuentro, había sido placentero en muchos sentidos, sin embargo, no estaba satisfecho, sabía que Guillermo había estado obligado y yo no quería eso, si lo hacíamos, tenía que ser porque ambos lo deseáramos, aquello había servido para la urgencia del momento, pero verdaderamente me había dejado un amargo sabor en la boca. Subí a mi auto completamente cansado y empapado en sudor con un penetrante olor a sexo en mi cuerpo y me recliné por un segundo en el asiento intentando ordenar mis ideas.

-¿Todo bien?

-¡OSTRAS JULIAN!- la voz de Ismael me hizo levantarme de golpe y estrellarme en el techo de mi auto- ¿Cómo mierda entraste?

-Dejaste el auto abierto- dijo entre risas- ¿no esperabas que me fuera caminando? ¿Quién puede tener sexo durante dos horas? Hasta para eso eres bueno.

-Creo que abusas demasiado de mi amistad Ismael- le dije mientras intentaba quitarme el dolor de la frente con la mano- no pareces tener respeto por mi persona.

Ismael solo se limitó a sonreír y poner los ojos en blanco mientras yo encendía el auto dispuesto a llevarlo a casa, cruzamos la ciudad con rapidez mientras Ismael no dejaba de hablar de lo mucho que el auto olía a sexo y yo intentaba contener mis ganas de golpearle la cara hasta destruírsela. Cuando por fin llegamos a su casa poniendo fin a ese tortuoso camino Ismael se bajó de mala gana sin agradecerme el viaje, antes de cerrar la puerta se detuvo un momento y me miro como queriendo acordarse de algo.

-¿Qué?- le dije molesto.

-Luzu llamó- me dijo rascándose la nuca- dice que la próxima semana saldremos a cenar con Alex.

-¿Irás?- le pregunte conociendo la respuesta.

-Tú sabes que no- me dijo encogiéndose de hombros- Alex jamás ha sido de mi agrado.

Isma se marcho dejándome en el auto pensando en sus palabras, era cierto que nunca se habían caído bien, no era que Alex fuese malo, pero tenía esa cualidad que pocos poseemos, de ser el mayor hijo de puta que hubiese pisado la tierra. Durante nuestra época en el instituto, ambos éramos grandes amigos y el terror del resto de los alumnos, unos niños ricos y engreídos dispuestos a pasar por encima de todo y de todos para obtener lo que quisiéramos, sin embargo después de que ambos dejamos la escuela de medicina le había perdido la pista y no volvimos a hablar. Había escuchado rumores que decían que ahora trabajaba en un hospital de Madrid como terapeuta, sin embargo no era claro, también decían que se negaba a gastar sus ahorros por un extraño cambio de vida y otros tantos afirmaban que su familia lo había desheredado al enterarse que era homosexual. Cualquiera que fuese la verdad, lo único cierto es que yo no había hablado con él en años y la idea de verlo de nuevo me emocionaba bastante.

Cuando finalmente llegué a mi casa, me recosté en el salón con los pies en alto, aun reflexionando sobre Guillermo, el contacto con su cuerpo había sido maravilloso, de verdad deseaba continuar con aquello, cada caricia, cada roce era como si una corriente eléctrica recorriera mi cuerpo, ahora que había poseído su cuerpo, deseaba más aun tenerlo de nuevo, ese encuentro no había aminorado mis deseos, los había aumentado de manera impredecible. Su rostro de dolor, el miedo en sus ojos y sus movimientos salvajes me habían capturado, parecía que al final era yo quien había terminado atrapado en sus garras. Te amo Guillermo Díaz y eso, es lo último que quería.

Guillermo

Me vestí de nuevo completamente adolorido, el cabrón de Samuel de Luque me había dejado ahí, solo como una simple puta, completamente avergonzado y humillado salí del auditorio y me dirigí a mi casa reflexionando sobre las palabras tan terribles que me había dicho aquel chico engreído, tenía que dejar a Gabriel, romperle el corazón en mil pedazos solo por un simple capricho de aquel niño mimado. Entre a casa donde estaba Gabriel completamente preocupado, al verme entrar se lanzo a mi brazos completamente enloquecido preguntándome en donde había estado y porque lo tenía tan preocupado.

Permíteme Destruirte (Wigetta)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora