Aviones, siempre odie los aviones, no solo porque eran trampas de metal a cientos de kilómetros sobre el suelo, sino porque siempre han sido presagio de cosas malas en mi vida. Pero ahí estaba yo, en medio del aeropuerto de Madrid con un montón de ropa en mi mochila y cientos de recuerdos amargos en mi corazón.
Y ahí, mientras sostenía los boletos de avión en mis manos y los restos de una colilla de cigarrillo entre los labios, vinieron de pronto los recuerdos de mi vida. Me transporte a mi infancia y a mi adolescencia, todos los corazones rotos, todos los huesos fracturados, toda la sangre derramada, de verdad que siempre había sido un hijo de puta.
Pero era la única forma de hacerse respetar, Samuel tenía su apellido y millones de euros, pero para los chicos como yo, el camino de la agresividad era el único posible, la única forma en la que un fracasado con poco talento podría hacerse respetar por entre las masas.
Fue casi un milagro que me otorgaran beca completa en el Instituto, pero mayor fue que me aceptaran en las mejores clases, pero aun así, siempre lo había terminado arruinando ¿Cuántos golpes había repartido a mis antiguas parejas? ¿Con cuántas personas me había liado en la cama? ¿No era yo un experto en engañar a jóvenes inocentes para luego desecharlos como basura? ¿Enamorado? Yo nunca había sabido que era aquello. Bueno, eso era antes.
Lo que se hace por amor, no siempre es sencillo, lo que se hace por amor, está mas allá del bien y del mal, Samuel siempre dijo que estaba roto, hacia burla de ello, pero si él estaba roto ¿yo como estaba? Aquello daba vueltas en mi cabeza mientras permanecía en las afueras del aeropuerto con la mirada perdida, faltaban varias horas para que el vuelo a París pudiese ser abordado, y yo me comía la cabeza con todos esos pensamientos.
Jamás había experimentado una cosa como el amor, no el amor romántico quiero decir, solo cuando mis labios se posaron sobre los de Gabriel pude sentir eso que algunos llaman mariposas en el vientre, yo diría que me puse duro, esa sería una definición más acertada. Pero más allá de todo eso, hubo algo más en mi pecho, eran, como fuegos artificiales.
Sí, es cierto que lo bese con la intensión de que no se matase, lo necesitaba para mis planes, pero cuando sus labios tocaron los míos y su saliva dulzona se mezcló con la mía, todo fue diferente, su voz ya no me resultaba tan molesta y sus constantes lloriqueos me parecían tiernos, incluso olvide mi odio hacia Guillermo, mi deseo por Samuel, su piel se volvió más tersa a mis ojos y el plomizo de sus ojos se volvió lo más cálido del mundo, su cuerpo era la historia más hermosa y sus moretones el anécdota más triste.
Me entregue de lleno a su aroma, me embriagué de su esencia y supe que no la merecía, luego recordé lo voluble de mi carácter, recordé los golpes certeros y desgarradores en su rostro y a mi mente vinieron los rostros de todas mis parejas, magullados, sangrantes, víctimas de una bestia incontrolable, de un monstruo asqueroso. Y entonces admitió que no olvidaba a Guillermo, que aunque yo lo había dejado todo de lado y cualquier ser viviente me parecía una mierda comparada con su persona, el aun sentía algo por ese chico engreído; y quise golpearlo, hacerlo sangrar, obligarlo a decir que no era cierto romper esa boca, arrancar la lengua que había pronunciado esas palabras, pero le amaba ¿Cómo iba a hacerle semejante cosa a alguien que amo?
>>Vete<< me dije a mi mismo y me aleje lo más que pude, pero sus búsquedas eran constantes y sus disculpas suplicantes no terminaban, así que lloré, y lo hice como no lo había hecho por nadie y supe que debía librarlo de mí, alejarlo del peligro pero supe también que el jamás me lo permitiría, así que, aquí estoy, en el último de los lugares, en el asalto final, antes de salir de su vida para siempre...
Pasaron dos horas antes de que los asistentes informaran de la cancelación del vuelo 217 a la ciudad de París, maldije por lo bajo el clima, "ventisca" era lo que ellos habían dicho, "destino" fue mi interpretación acertada.
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Permíteme Destruirte (Wigetta)
Fiksi Penggemar¿Qué pasa cuando una fuerza imparable se estrella con un objeto inamovible? "Del odio al amor hay más de mil pasos" se decía Guillermo mientras se esforzaba por no partirle la cara al chico engreído que tenía frente a él. Guillermo odiaba a Sa...