Odio: La Traición

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-Bueno, Samuel nunca me pareció una persona confiable, no me daba buena espina ¿Sabes lo que te digo?

La voz de Mangel se notaba indiferente, desde el momento en que había abierto la puerta se había notado bastante nervioso y renuente a dejarme pasar, sin embargo, al ver mi rostro y comentarle la situación por la que estaba pasando, comprendió de inmediato que lo que necesitaba era un hombro amigo. El café que había preparado tenía demasiada azúcar y la única solución fue compensar el dulzor con bastante leche, que al final, terminó por disolver el sabor del café casi por completo.

La casa estaba completamente revuelta, como si una pelea se hubiese llevado acabo, los muebles estaban cambiados de lugar y algunos cuadros estaban en el suelo con los cristales rotos. Los cambios intercalados entre lluvia y nieve que había dejaban una gruesa capa de cristal en los vidrios de las ventanas y casi toda la casa estaba invadida por el frio.

-Bueno, creo que de verdad quería creer- me justifiqué dando otro sorbo a mi café- ya sabes, me dejé llevar por la idea de volver a sentir algo especial, pero las emociones no sirven de mucho a decir verdad.

-La traición es uno de los peores males- dijo Mangel con una sonrisa- después de todo ¿Cómo puede alguien ser tan hipócrita como para mostrar una cara contigo y otra con los demás?

-Él siempre fue así- le dije con tranquilidad- en retrospectiva, no debería estar tan sorprendido, en cuanto a ti: me alegra que Rubén y tu estén bien finalmente.

-La verdad es que yo también me alegro- dijo el luego de atragantarse con el café- honestamente me alegra que haya reconocido su error, lo suyo con Alejandro nunca fue real.

-La verdad yo nunca les di muchas esperanzas- le dije con una sonrisa sarcástica.

-¿A ellos?- dijo él.

-A ustedes- respondí.

El silencio se hizo en el salón, ambos observaos nuestras bebidas como si nada fuese más importante, el café pálido daba vueltas en una espiral perfecta mientras se mezclaba uniformemente con la crema y el azúcar.

-Después de todo- continué tu eres un egoísta manipulador y el un inmaduro sin futuro ¿Cuántas veces aparecieron en mi puerta peleando por lo mismo? Y hablando de eso ¿Cómo tomó Laura todo esto?

La tos que invadió el pecho de Mangel fue sumamente escandalosa, un poco de café salió por su nariz y sus ojos se cristalizaron en ese momento.

-Bien- dijo luego de su ataque- no estaba contenta, pero lo entendió.

-¿En serio?- dije con incredulidad- jamás lo hubiese pensado de Laura, suele ser muy...

-¿Especial?- intervino el.

-Lunática- añadí.

Un nuevo silencio se apoderó de nuestra conversación, el tic-tac del reloj y el sonido incesante de la lluvia estrellándose con la ventana era todo lo que podía escucharse en la casa, estaba completamente silenciosa, demasiado según mi opinión.

Permíteme Destruirte (Wigetta)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora