La presentación de invierno, se llevaba a cabo cada año una semana antes de noche buena, los mejores alumnos eran seleccionados de entre todos los estudiantes del instituto, a excepción de los de primer curso, para demostrar sus habilidades musicales ante el director y un público selecto. Cada año, el director entregaba doce cartas, once de ellas envueltas en un sobre plateado finamente atadas con un listón de color negro y un perfecto moño.
Los sobres eran taquigrafiados en la máquina de escribir del director, envueltos por el mismo y llevaban el sello de su firma, era un honor recibir el sobre de manos del asistente del director, significaba que habías sido seleccionado para formar parte del concierto que deleitaría a la multitud de padres y beneficiarios del instituto, pero sobre todo que habías sido seleccionado como uno de los mejores de tu generación.
Pero uno era el más codiciado de todo el colegio; envuelto en un delicado sobre dorado, el director en persona entregaba personalmente un sobre adornado con un listón rojizo la carta escrita con su puño y letra invitando al alumno a ser el solista de ese año. Todos deseaban ese honor, el día en que recibía el sobre dorado, el día en que eras seleccionado como el más talentoso entre los más talentosos.
Ese año, como era de esperarse, dicho honor recayó sobre Guillermo, el director atravesó todo el claustro, abriéndose paso entre los alumnos que le miraban emocionados en la cafetería, para extenderle, sin decir una sola palabra el sobre a Guillermo, quien se quedó congelado con la mano extendía mientras el director se marchaba airoso a continuar con us deber.
El poseedor del sobre dorado, no solo tiene el honor de dirigir el solo de navidad, sino que le es permitido tener un invitado que le acompañe se así lo desea en la interpretación, por ello, todos los años, el afortunado poseedor del sobre interpretaba su hermosa melodía ante todas las personas, mientras su acompañante- generalmente sus parejas- tocaban tenuemente un fondo de acompañamiento.
Guillermo había recibido el sobre en septiembre, y yo había pasado el mes entero suplicándole que me permitiese ser sus acompañantes, no solo por el honor que esto implica, sino por la leyenda del concierto que me negaba a olvidar.
Existía una leyenda entorno al concierto de navidad, había quienes afirmaban que si tocabas en el concierto junto con la persona que amabas, estarían juntos por siempre, y aunque Guillermo afirmaba que no creía en leyendas estúpidas o supersticiones tontas, iba a ser yo quien tocase con él, a menos hasta que el profesor de conciertos decidiera emparejarlo con Samuel para interpretar el concierto que se aproximaba con velocidad.
En ese momento mi mundo se había caído a pedazos, aunque Guillermo me aseguraba que no pasaría nada, yo no estaba tan seguro, aquello me ponía sumamente nervioso, tenía que detenerlos, necesitaba evitarlo, iba a frenarlos.
-Es solo una estúpida leyenda- dijo de pronto Isma que había escuchado con paciencia mis quejas- además, la leyenda dice que si toca aquellos que estén destinados a ser almas gemelas.
-No, solo dice que ambos tienen que interpretar una melodía- repuse yo con un poco de vergüenza al escucharme.
-Vamos Gabiel- dijo Isma alegremente- hay tantas versiones que es imposible, saber cuáles son los verdaderos requisitos ocúpate del presente.
Le miré desconcertado, no podía creer que no estuviese de acuerdo conmigo, después de todo ¿era mejor prevenir que curar no? Me levanté del asiento con molestia lanzándole una mirada de desaprobación en ese momento una sonrisa maliciosa se apoderó de su rostro.
-Vale, vamos a evitar que toquen ¿Qué propones para ello?- dijo acercándose a mi peligrosamente- que no sea lastimar a Samuel.
Dicha aclaración me pareció ofensiva, pero muy probablemente mi opción más obvia sería esa, dañar a Guille obviamente estaba descartado y no podíamos atentar contra el festival de invierno porque nos expulsarían, así que tenía que pensar, algo que pudiese evitar que tocasen una melodía juntos.
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Permíteme Destruirte (Wigetta)
Fiksi Penggemar¿Qué pasa cuando una fuerza imparable se estrella con un objeto inamovible? "Del odio al amor hay más de mil pasos" se decía Guillermo mientras se esforzaba por no partirle la cara al chico engreído que tenía frente a él. Guillermo odiaba a Sa...