Odio: A ese Chico

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No había vuelto a pensar en la situación del día anterior hasta que vi al imbécil millonario en la cafetería, decidí entrar con la mirada en alto, negándome rotundamente a cruzar mis ojos con los suyos, pero cuando me disponía a tomar asiento mi vista se clavó en la de él provocándome una punzada en el estómago, el idiota no me quitaba la mirada de encima y mi cuerpo era invadido por una rabia tan grande, que tuve que esquivarle lo más rápido que pude.

Decidí comer tranquilamente y evitar a toda costa un cruce de miradas, cosa que me parecía realmente imposible ya que el chico no dejaba de verme, al parecer se estaba aconsejando con el imbécil de Ismael, pude notar como se giraba un poco para mirarme también y como le decía algo al oído ¿Estaban hablando de mí? ¿Cómo se atreven?

Decidí continuar ignorándolos, pero no podía evitar notar la miradas furtivas que ambos dirigían a mí de vez en cuando, hasta que finalmente, cuando Isma le dejó solo pasando junto a mí con los puños apretados pude notar que susurraba algo sobre que era u idiota y un caos perdido "no puedo estar más de acuerdo" dije entre dientes mientras notaba a De Luque, que se dirigía a mi mesa con una estúpida sonrisa en el rostro.

Tuve que valerme de mi más mala leche para hacerle entender que no quería convivir con su persona, como pude me levante de la mesa después de hacer unos cuantos comentarios mordaces dirigiéndome a la puerta, pero justo cuando atravesé le umbral y di vuelta en el pasillo, pude sentir una enorme mano sosteniéndome firmemente por el hombro.

Cuando me gire para reclamar la osadía, me tope de lleno con el rostro del chico rico a pocos centímetros del mío, pude sentir como me empujaba hacia la pared y el aliento se escapó de mis pulmones ante el fuerte impacto que mi espalda dio con el concreto, intente zafarme pero pude notar el firme agarre en mi muñecas, no tenía escapatoria, aun cuando yo no era débil, Samuel me doblaba le peso y gracias a su cuerpo trabajado: la fuerza ¿Qué planeaba hacer? ¿Golpearme? Si eso es lo que planeaba, pues que se prepare era obvio que me defendería. El podrá dar el primer golpe, pero por mi vida, yo daría le último.

Pero lo que hizo a continuación me robo por completo el aliento, pude notar como acercaba sus labios lentamente, haciendo cada vez más corta la distancia entre nosotros, su aliento chocaba de lleno con mi olfato y el dulce olor a menta invadió mis pulmones mientras me removía desesperadamente entre sus brazos, no podía creerlo, debía de ser una broma, pero cuando note le delicado roce de sus labios me di cuenta que era muy real, mi pierna se movió instintivamente antes de que nuestros labios se unieran por completo y en pocos segundos De Luque se encontraba en el suelo.

Como pude corrí por el pasillo y me encerré en los baños, confundido y furioso las lágrimas escurrían por mis enrojecidas mejillas y le calor de los labios de Samuel aun podía sentirse en los míos, podía sentir ese roce aunque ni siquiera hubiésemos unido nuestros labios, la sensación me obligo a dirigir mis dedos a mi boca rosando mi labio inferior y una enrome rabia asesina invadió cada célula de mi cuerpo, era capaz de destrozar a cualquiera que se cruzara en mi camino, odiaba a aquel chico más que a nadie.

TOC-TOC-TOC

-¿Estas bien?- la voz del otro lado del cubículo sonaba preocupada.

-Lo estoy Gabriel- dije intentando disimular mi voz quebrada-¿Necesitas algo?

-¿Puedes salir?- me dijo con tranquilidad- sé que estas llorando.

Gabriel era increíble, no podía ocultarle nada, porque nada se le escapaba, uno de mis pocos amigos en la universidad, tan amable y tan tierno que parecía mentira. Me limpie los ojos rápidamente y me dispuse a salir del cubículo lentamente. Mi aspecto debía de ser terrible, ya podía imaginarme ojos y mejillas hinchados y enrojecidos, porque en cuanto atravesé la puerta se abalanzó sobre mí rodeándome con sus brazos y apretándome firmemente contra su cuerpo.

Permíteme Destruirte (Wigetta)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora