Deseo: Una Historia Distinta

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-Gracias, si... claro, se lo diré- dijo Guillermo con el rostro pálido y la mirada vidriosa antes de colgar el teléfono y mirarme como si estuviese a punto de despedirse de mí para siempre.

-¿Pasa algo?- dije mientras colocaba a un lado la copa de vino aún llena, la llamada había sido cogida al instante, fruto de una costumbre que el chico de ojos rasgados tenía bastante arraigada.

El clima gélido y poco favorecedor aún reinaba desde el día anterior cuando Gabriel hizo aquella llamada en la que Ismael había dejado en claro su voluntad, no habíamos recibido más noticias, ni sus padres ni su hermano, absolutamente nadie sabía nada de donde se había quedado o si ya había partido fuera del país. Gabriel buscaba noticias en los diarios digitales y yo me concentraba en llamar a todos los que le conocían, pero nadie era capaz de dar respuesta a nuestras preguntas. Habíamos parado para comer un poco luego de pasar todo el día intentando localizarle, a mí me sabía mal no poder solucionar su infantil actitud para con Gabriel, era obvio que estaban destinados, pero el destino es cruel a veces y nos paga de mala manera.

-Era Luzuriaga- dijo Guillermo con calma sentándose lentamente en la butaca de al lado, cogió el puente de su nariz entre su pulgar e índice antes de seguir hablando con una lentitud excesiva que me empezaba a poner de los nervios- El...-dudó un poco- Ismael

-¿Está con él?- interrogué poniéndome en pie con velocidad mientras buscaba su número en mi móvil-

-No... bueno si, pero no de la manera que creen...

Gabriel se puso de pié con calma, en su rostro se veía el demacrado paso de las lágrimas y de la infelicidad, las marcada ojeras que le acompañaban eran el vivo reflejo de todas las horas en vela que había dedicado a saber en dónde y porque se había ido el que era el amor de su vida.

-¿Luzuriaga?- dijo Gabriel con los labios demasiado juntos como si procesara poco a poco una terrible información- ¿el médico?

-Bueno... -dije sonriendo- si quieres decirle así.

-Guillermo, Ismael está con Luzuriaga- cuestionó mi amigo sin prestarme atención- él está...- su mirada se nubló de forma evidente cuando Guille asintió con calma.

-Lo lamento Gabo... no pudieron hacer nada- fue la respuesta de mi novio.

El silencio que invadió el salón fue atronador, como si el mundo hubiera callado por completo todo para sentir el dolor que nos embargó, la sensación punzante en mi pecho no tenía punto de comparación, me tomó un par de segundos entender, pero para entonces, el grito desgarrador que fue arrancado de la garganta de Gabriel enmudeció todos mis sentimientos, apenas tuve tiempo de levantarme a toda velocidad para sostenerlo mientras se dejaba caer de rodillas a llorar como un niño pequeño, gritaba y pataleaba con fiereza mientras Guillermo y yo tratábamos de consolarle, pero era completamente en vano, las cosas habían salido de control, no había nada que pudiéramos hacer, el llanto, era lo único que nos quedaba.

-Luzuriaga quiere que pasemos en unas horas, entregarán el cuerpo a la familia- dijo Guillermo luego de varios minutos, cuando Gabriel pareció estar un poco más calmado-

Dejando a Gabriel en uno de los sillones con calma y luego de pedir a William que cuidara del chico mientras no estábamos, me lleve a Guille a una de las habitaciones de arriba y le miré con los ojos vidriosos mientras intentaba descifrar lo que había ocurrido.

-¿Qué te dijo?- fue lo que salió de mi boca de forma entrecortada y sumamente dolida.

-Lo llamaron hace un par de horas, porque no podían localizar a la familia y él estaba de guardia.

Permíteme Destruirte (Wigetta)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora