Odio: Las Fiestas

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Pase todo el viernes en cama, luego de ir al hospital para que me entablillaran los dedos que el imbécil de Samuel me había roto, por un momento pensé que no podría tocar mas y un odio intenso se apodero de mi mente en contra de el idiota millonario, sin embargo luego de que los médicos me explicaran que no era grave y que en pocas semanas estaría bien me tranquilice un poco. Como era de esperarse Gabriel no había querido irse a la academia dejándome solo así que tuve que aceptar que Amelie me cuidara toda la tarde, cosa que no sería mala, si dejamos de lado el hecho de que ni siquiera es capaz de cuidarse a sí misma.

-Lo siento, lo siento- dijo Amelie completamente avergonzada luego de tirar la taza de café sobre mí regazo causándome un considerable dolor.

-Sabia que aceptarte en mi casa era una mala idea- le dije asesinándola con la mirada- eres un desastre andando.

-No te quejes, tú fuiste quien movió la pierna cerca de mi taza- me reprochó mientas me limpiaba con papel higiénico.

-En serio Amelie, si no te conociera diría que quieres matarme.

La choca dio una sonora carcajada y justo cuando iba a responderme Gabriel entró con cara de pocos amigos y se quedo mirándonos de forma extraña. Se acerco a mi recostándose a mi lado y poniendo su brazo sobre mis hombros mientras su hermana se retiraba con una picara sonrisa en sus labios.

-Yaoi- fue lo único que dijo antes de cerrar la puerta detrás de ella.

-¿Cómo te sientes?- me dijo Gabriel depositando un delicado beso en mis labios.

-Tu hermana podría haberme matado- le dije sonriendo- pero estoy bastante mejor ahora que estas a mi lado.

Se acurruco a mi lado permitiendo ver su rostro con detenimiento y entonces pude notar una herida en su ceja, eso definitivamente no estaba ahí el día anterior. Gabriel pareció notar que lo observaba y oculto su rostro en mi pecho evitando que continuara haciéndolo.

-¿Quién te ha hecho eso?- le dije obligándolo a mirarme a los ojos.

-Ismael me hizo caer al suelo- respondió con un rubor en las mejillas- pero me temo que hay peores noticias.

Le mire confundido y entonces saco el estuche de su violín de debajo de la cama, le había regalado aquel violín la navidad anterior, que había sido a su vez de mi abuelo, pero como a mí me parecía un instrumento muy delicado y Gabriel estaba aprendiendo a tocarlo, decidí regalárselo como prueba de nuestra amistad, sabía que él lo cuidaría con el mismo amor que yo, primero porque pertenecía a mi abuelo y eso lo hacía algo muy preciado para mi, segundo porque al ser preciado para mi, Gabriel lo trataría como si fuera yo mismo. El chico abrió el estuche de tela y me permitió observar el violín completamente destrozado, apreté mis puños con fuerza y de un golpe me levanté de la cama.

-¿Qué MIERDA SIGNIFICA ESTO?- Grité sin piedad mientras apuntaba el violín destrozado frente a mis ojos.

-Caí sobre él cuando Isma me tiro al suelo- se justifico asustado- fue un accidente lo juro.

De inmediato mi odio se traslado de Gabriel a Ismael y me lance sobre mi novio, este se cubrió con los brazos lleno d miedo pensando que le golpearía, pero a cambio recibió un abrazo tan fuerte que por poco y le rompo las costillas, me miro confundido mientras yo depositaba un delicado beso en sus labios.

-No puedo enfurecerme por algo que no hiciste- le dije tranquilizándolo- ¿crees que yo te dañaría? Pero si yo te amo Gabriel.

Aquellas palabras sonaron vacías en mis labios, sabía que amor no era la palabra adecuada, sin embargo, decidí no corregirlo, estaba claro que algo sentía por él y quién sabe, con el tiempo podría volverse amor, o eso era lo que yo esperaba.

Permíteme Destruirte (Wigetta)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora