Capítulo 7

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—Deberías haber esperado a que te mandara pasar, ¿no crees? —le pregunto a Brad, cuando entra al baño y, él, cerrando la puerta tras de sí, hace un gesto con su mano derecha mandándome bajar la voz—. ¿Qué pasa? —Le pregunto en un tono de voz no tan elevado.

—La diabla Willow...

—Es Williams —lo interrumpo, entornando los ojos y sonriendo para mí misma, por el hecho de que ese apellido no se le quede.

—¿A quién le importa? —Espeta él, abriendo los brazos—. Está abajo —dice, haciendo una mueca de desagrado y yo suelto una carcajada—, ha venido a hacernos la cena, según dice —yo abro la boca para protestar pero él me calla acercándose a mí y poniendo su mano derecha en la cintura, y la izquierda sobre mi nuca, sujetándome—. Suéltame, Brad.

—Y, ¿si no quiero? —Pregunta él, mirando mis labios.

—¿Qué pasa? ¿Hoy no están disponibles esas asquerosas que te siguen dejando un rastro de babas por donde quiera que pasen, como los caracoles?

—Para mí siempre están disponibles, siempre que yo quiero —remarca.

—Vete a la mierda, Brad —contesto, empujándolo por el pecho.

—No seas tonta, sabes que lo digo para picarte.

—Me da igual, déjame. Aún estoy enfadada —él sonríe.

Pone sus dos manos firmes en mi cintura y me sube hasta dejarme sentada en el lavabo. Abre ligeramente mis piernas colocándose entre ellas y pasa una de sus manos bajo mi muslo.

—Y yo aún estoy celoso —responde.

—No es mi culpa...

—Demuéstrame que no debería estarlo.

Pone sus manos en parte de mi culo y me atrae hasta él, haciéndome notar lo que tiene tras la bragueta.

—No soy yo la que va por los parques metiendo la lengua en la boca de otros hasta llegar a su campanilla.

—Entonces supongo que estaba equivocado.

—He dicho que no es mi culpa que estés celoso, no que estés equivocado... —al decirle esto, inmediatamente se tensa.

—Así que, ¿Tienes algo con ese imbécil? —Pregunta, frunciendo el ceño.

Me quedo mirándole, con su respiración acelerada, su pecho subiendo y bajando, su boca entreabierta, sus ojos clavados en los míos, y sus manos aún en mis muslos.

—Contesta, Emma.

—Y, ¿qué si lo tengo?

Maldita sea, siento que no puedo seguir mucho tiempo resistiéndome a su cuerpo, a su mirada, a sus besos, a su forma de tocarme, a su forma de provocarme...

—Nada. Mira tú por donde... Ya tengo algo que hacer mañana —yo frunzo el ceño—; machacarlo —aclara, y yo suelto una carcajada.

Tiro de su camiseta y lo acerco a mí.

—Si tocas un sólo pelo de Ian, yo le arrancaré todas las extensiones a esas plásticas follaamigas que te gastas —me acerco todo lo que puedo a sus labios—. No tienes ningún derecho a recriminarme nada, ¿te queda claro?

Me aparto de él rápidamente, me bajo de lavabo, y para que no le de tiempo a alcanzarme salgo corriendo del baño y bajo las escaleras para encontrarme con la diabla Williams.

—Ya pensaba que tenía que subir a buscaros —dice ella, poniendo los brazos en jarras—, y ¿qué pasa con tu pelo? ¿En esta casa no os peináis?

No Me Olvides [1] +18 ✔︎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora