Capítulo 12

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Vale, ayer perdí mi virginidad con la persona que quería, con la mejor persona posible —para mí y para él, no para mi madre o la ley o incluso Dios—, dormimos lo que quedó de tarde y toda la noche del tirón, y hoy al despertar, bueno, al salir de la ducha y bajar a la cocina, resulta que me habían preparado el mejor desayuno del mundo. Todo bien. Todo bien hasta que el todo sobre ruedas se ve esfumado en cuanto llegamos al Instituto y ya todos están en sus clases.

—Estupendo, hemos llegado tarde —murmuro al ver el patio vacío y las clases llenas de alumnos, a través de las ventanas.

Cojo la mochila de mi pies y me dispongo a abrir la puerta del coche, pero Brad me coge del brazo haciendo que me dé la vuelta hacia él.

—Espera un minuto —dice.

—No quiero llegar tarde, ¿qué pasa?

—Ya llegamos tarde —dice riendo un poco.

—Di de una vez, no quiero qu... ¿Qué pasa ahí detrás? —Pregunto al ver que mira mucho a mi espalda, fuera del coche.

Al girarme me doy cuenta de mira a los dos últimos alumnos que entran al instituto, y tira de mí suavemente hasta tener acceso a mis labios.

—Brad, nos van a ver...

—Que no, si ya han entrado todos... Sólo uno.

Se me acerca y me da un tierno beso en los labios. Se separa apenas unos centímetros, y como tengo muchas ganas de que me siga besando, yo entreabro mi boca facilitándole el acceso a ella, y el beso se vuelve un poco más subido de tono. Cuando me doy cuenta, estoy prácticamente encima de él rodeándole con mi brazo izquierdo y con la respiración agitada mientras él mantiene su mano sobre mi pierna.

—Tenemos que ir entrando —digo algo fatigada.

—Sí... Hay que parar esto a tiempo —responde él sonriendo, después de carraspear.

Nos bajamos del coche, yo con prisa, lo cual tiene gracia porque es justamente cuando llego tarde a un sitio cuando me doy prisa, no antes, no cuando tengo un tiempo estimado para prepararme o preparar lo que vaya a necesitar para depende a qué sitio tenga que ir, y Brad más calmado que la marea de una playa a las dos de la madrugada, mirando algo en las ruedas de su coche.

—¿Has acabado o hay algo más de lo que debas asegurarte? —Le pregunto sarcástica cuando parecía empezar a caminar hacia mí.

—Sí, tienes razón —frunzo el ceño, entonces veo que escupe en un sitio cualquiera del capó y después lo limpia con el borde de la manga derecha de su sudadera—. Ahora ya vuelve a brillar. Gracias, pequeña, casi se me olvida.

—Idiooootaaaa... —canturreo cuando veo que ahora sí que empieza a caminar hacia mí con la intención de entrar al Instituto, y no de volver a darse la vuelta en cualquier momento para poner a prueba cualquier cosa del coche.

—Culooonaaaa... —canturrea él, imitándome. Me giro hacia él para fulminarlo con la mirada, pero la risa me traiciona, y que él me mire de esa forma tan seductora y cariñosa al mismo tiempo, y que me sonría de lado..., me puede.

—Te encanta —le digo en voz baja cuando entramos al Instituto y caminamos juntos por el pasillo que más vacío y silencioso no puede estar.

—Nunca dije lo contrario —me da un beso en la cabeza cuando me paro frente a la puerta de mi clase, y después él camina hasta la suya, que es dos puertas más adelante pero en la pared del otro lado del pasillo, osease en la de en frente. Sabe perfectamente que aún no he entrado, así que se gira antes de entrar en su aula y me guiña un ojo, haciéndome sonreír. Una vez que siguiendo la rutina de cada día veo que empiezo el de hoy colorada, como la mayoría de ellos, entro en mi clase.

No Me Olvides [1] +18 ✔︎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora