Capítulo 13

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Ya que Brad decidió por sí solo darse el permiso de inventarse una excusa que puede salirle cara si se llega a dar el caso de que la directora del Instituto llama a mi madre por teléfono para preguntarle al respecto, en cuanto llegamos a casa lo primero en lo que pienso, sin duda alguna, es en aprovechar el tiempo antes de que posiblemente nos pillen en la mentira, ponerme mi pijama y meterme en la cama a dormir como si no hubiese dormido ya bastante la noche anterior.

Supongo que no hay horas de sueño suficientes para calmar este tipo de molestias que siento.

—Me voy a la cama. Estoy cansada y necesito tumbarme un rato —le digo a Brad, mientras lo veo llenarse de agua un vaso.

—¿No quieres comer nada antes?

Esa es una de las últimas cosas que quiero. Niego con la cabeza y subo la escalera.

—Yo subo ahora —dice él, después de beberse el vaso de agua.

—¿Para qué? —Pregunto un poco nerviosa, y él escupe el agua casi atragantándose.

—Tranquila, sólo para dormir —contesta riendo, y yo siento cómo me sonrojo por trillonésima vez en mi vida.

Asiento y subo hasta ni habitación. Al entrar en ella suelto la mochila en el suelo, al lado de mi armario, y al mismo tiempo me voy descalzando, sacándome una deportiva con ayuda del otro pie, y viceversa. Lo que se ha hecho, se hace y se hará toda la vida cuando tienes algo de prisa o estás demasiado cansado como para pararte a desatarte los cordones o incluso desabrocharte el belcro y prefieres este método...

Desde niña mi madre me ha metido el pijama debajo de la almohada después de hacerme la cama —cuando me la hacía, claro, ya no—, y no me ha quedado otra que acostumbrarme a ello y hacerlo, así que saco el nórdico y después paso mi mano bajo la almohada para dar con una simple camiseta de tirantes y un pantalón corto de pijama. Justo cuando me meto en la cama, Brad entra en mi habitación, y sin camiseta.

—No me jodas... —murmuro, tapándome la cara y pensando que no me oiría, aunque lo hace y sonríe.

Se descalza —con mi mismo método—, y le hago sitio para que se meta en la cama. Cuando lo hace, me pongo de lado, dándole la espalda, y él me pasa un brazo por encima, buscando mi mano para entrelazarlas con la suya y posándola en un lado de mi barriga. Sin aviso, se me acerca y me da un sonoro beso en la mejilla haciéndome abrir los ojos.

—Descansa —me dice, apoyando su pecho en mi espalda. Yo lo único que hago es sonreír y asentir, ni siquiera le contesto. Es que en ningún momento pensé que fuese a actuar tan atento y correcto después de lo de anoche. A ver, él me ha tratado mejor que nadie desde que nos conocimos, por supuesto que no iba a ignorarme después de haber hecho algo a lo que yo le empujé aún sabiendo que él aún no quería, pero está especialmente atento e involucrado en mi... recuperación.

—Emmaaa... —desde el baño escucho cómo me llama—. ¿EMMA?

—Estaba en el baño, pesado —le digo, cuando entro casi corriendo en la habitación, y él sonríe.

—Veo que ya te encuentras mejor —se pone de lado, esperando a que vuelva a tumbarme junto a él.

—Me encuentro genial —le respondo, metiéndome en la cama junto a él, pero boca arriba.

—Me alegro —dice, sujetándome la cara con una de sus manos para a continuación besarme.

Le rodeo el cuello con mis brazos y lo atraigo más hacia mí, besándolo despacio, lento y sensual porque cuantas más veces me besa y cuanto más me abraza, más claro tengo de que he hecho mejor que mejor y más que lo correcto al haberme entregado a él, y me gustaría demostrárselo. Con una sola mano mueve todo mi cuerpo colocándome debajo de él.

No Me Olvides [1] +18 ✔︎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora