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GABRIEL

Tuve que renunciar a la idea de llevar a Julia a jugar a los bolos. Ella dejo en claro que quería pasar el rato con su noviecito. Maldición. ¿Acaso, no se aburría de estar tanto tiempo juntos? Eran todos los malditos días con Justin a su alrededor. ¿No se volvía aburrido? Bueno, no podía ir a preguntarle tampoco. Después de que me rechazara por Justin, otra vez, decidí dejar de buscarla. Lo hice porque me pareció lo indicado considerando el desastre que podía haber armado si hubiera tenido la oportunidad. La hubiera terminado asustando y solamente le daría la razón de que haber acabado nuestra relación era lo mejor.

Aunque, claro, Julia pareció feliz con ese plan. Si antes creía que verla diez minutos era poco, ahora directamente si la llegaba ver una vez era demasiado. Ella parecía dispuesta a evitarme como fuera posible.

A pesar de que mis planes eran con Julia, Stephen me convenció de ir a jugar a los bolos de cualquier forma. Al principio no quería ir pero me aseguro que era lo mejor. Sabía que hacia todo eso para que no pensara en ellos. No tenía nada que hacer, no quería quedarme en casa tampoco, asique acepte.

– ¿Por qué llamaste a Sia? –pregunto Stephen viendo a la rubia acercarse a nosotros. –Pensé que querías que fuera una noche tranquila.

–Yo no la invite. –me encogí de hombros.

Sia era amiga de Justin. Ella debía saber que estaban juntos y que mi relación con Julia había terminado por completo.

–Hola, Gabriel. –me sonrió, parándose a mi lado y apoyando una mano en la mesa blanca.

Por encima de su cabeza vi a un numeroso grupo desde la mesa por la que salió. Eran como diez como mínimo. Entre las caras reconocí a la hermosura de Rose Queen. Una pelirroja de largas piernas, labios rosas, cintura estrecha y unos ojos color avellana, con una pequeña nariz respingada.

Ella me miro. Era la prima menor de Justin y Stephen. La conocía muy poco en realidad, ya que si respetaba los límites y sabía que estaba prohibida. Las únicas oportunidades que tuve de hablar con ella me di cuenta de que no era una persona agradable y que era alguien con quien había ir con cuidado. Era astuta, guapa y tenía el carácter de mierda.

En otro momento podría ser el amor de mi vida.

– ¿Qué haces aquí, Sia? –pregunto Stephen – ¿Se te perdió el cerebro y vienes a ver si lo encuentras?

–Stephen. –dijo arrugando la boca. –Hola.

Stephen rodo los ojos y se fue a sentar en otro lado.

– ¿Cómo lo soportas?

No me gustaba cuando hablaba así de Stephen.

–Lo siento.

–No le des importancia, Sia.

–No le agrado.

–Ya te dije que tiene un carácter especial... no le agrada todo el mundo.

–Le gusta Julia ¿verdad?

Respire hondo, tratando de manejarlo.

–Lo siento, olvide que era alguien importante.

– ¿Qué quieres, Sia? –le corte antes de que siguiera. –Ya te dije que no te quería volver a ver.

El grupo con el que vino estaba pendiente de nosotros. No era normal que una chica como ella, un ángel de apariencia, se cruzara con alguien como yo, un completo imbécil.

–Estaba hablando con Justin por teléfono cuando entraste. Me dijo que no le contestabas el teléfono. –parecía tranquila, como si mis palabras no pudieran afectarla. –Me dijo que te avisara que quería verte para hablar de algo urgente.

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